Si nada se tuerce, Denis Villeneuve saltará al estrellato definitivo con la segunda entrega de Blade Runner. Una secuela tan esperada como envenenada, ya que continuar el relato de un clásico implicará, por necesidad, que haya quien le ponga verde por no estar a la altura o darle su propia personalidad a la película.
Pero Villeneuve es un director que viene cosechando una de las filmografías más sólidas y atractivas de los últimos años en un equilibrio perfecto entre el cine de autor y el cine (potencialmente) comercial, especialmente cuando hunde sus manos en películas con fuerte aroma a cine negro.
Su próximo estreno es Sicario, que tuvo una acogida desigual en el último festival de Cannes, pero que sin duda levanta suficiente expectación por venir del director de Prisioneros y Enemy, dos películas estrenadas el mismo año, 2013, y que crearon una carta de presentación impecable de cara al público amante del thriller y también de aquel que disfruta con relatos más abstractos.
En la nueva película se sumerge en la lucha contra la droga que lleva a cabo Estados Unidos en la frontera con México, contando el relato de una idealista agente del FBI que se embarcará en una misión mucho más turbia de lo que ya apunta de inicio. En el reparto nombres sólidos como bloques de granito: Emily Blunt, Benicio del Toro y Josh Brolin.