No sabes hasta qué punto te entiendo. Estuve prácticamente llevando una pequeña empresa (por incompetencia absoluta del dueño/gerente). Aunque mi puesto "oficial" era poco menos que administrativo, organizaba los pedidos, hacía los presupuestos, visitaba a los clientes, llevaba todo el papeleo importante, gestionaba y contrataba al personal... básicamente comerme el marrón de llevarlo yo todo por poco más del salario mínimo y la promesa de un futuro mejor.
En este tiempo, yo era el compañero para todo de todos los empleados. Los formé, les daba apoyo, como he dicho incluso contraté a muchos de ellos... Llegando mucho más allá de lo estrictamente profesional. Rescatando del paro a la pareja de una chica que estaba en depresión profunda porque vivían prácticamente en la indigencia, dándoles un sueldo más, llevándomela a desayunar para que contase sus penas, animándola... A otro de los empleados, absolutamente verde en el tema, le enseñé todo con paciencia y cariño, hasta el punto de que a dia de hoy tiene su propia empresa del sector y le va muy bien. A todos ellos les apoyé, les tapé las faltas al trabajo cuando era por un motivo entendible, presioné para que cobrarran sus nóminas en plazo aunque eso suponía casi siempre que yo no lo hacía, les conseguí contratos para que la empresa sobreviviera (algunos de muchos, muchos euros). Hasta saqué un rescate inversor cuando la empresa estaba muerta. Vamos, que era el chico para todo, el que lo llevaba todo, el que lo solucionaba todo... y el apoyo y el hombro donde llorar de todos.
Y no es que lo hiciera para sacar nada a cambio, siempre he sido así, en todos los sitios donde he estado... y siempre me ha salido mal. En este caso, después de tratar de arreglar un marrón en que el gerente se había metido, yendo a hablar con el cliente e intentar solucionar el desaguisado, en mi tiempo libre y por propia iniciativa (y lo logré), recibo una llamada de su parte al día siguiente, echándome una bronca terrible (no era la primera), por "andar por libre" y "no contar con el, que era mi jefe". En ese momento me reventaron los diques de contención, y le dije que me preparara la baja voluntaria, que me largaba de allí y se apañase él solo de ahí en adelante. Me convocó a firmar los papeles al día siguiente.
Cuando fui, lo que antes eran saludos amistosos, abrazos, e irnos todos juntos a desayunar, se convirtió en caras largas, los demás rehuyéndome como si tuviera la peste, y lo que más le dolió, la chica a la que tanto había ayudado, que me acerqué a preguntarle si se había solucionado lo de su pareja, y si ya estaban más tranquilos, me miró con cara de asco y me soltó: "Ni me hables, déjame en paz". Me quedé absolutamente a cuadros, desanimado, impotente y hastiado de todo. No sé qué les habría dicho el gerente antes, ni quiero saberlo.
Firmé los papeles, recogí mis cosas, me despedí educadamente (sin que NADIE me dijera ni siquiera adiós, o un simple "que te vaya bien"), y me largué. Cuando estaba saliendo, el tipejo soltó a todo el mundo en voz alta "¡Mañana, reunión a las nueve para reorganizar este desastre de empresa! ¡A arrimar el hombro todos a partir de ahora!".
Obviamente, no fui, ni siquiera entendí que fuese parte de esa reunión. A medio día, me llamó, indignadísimo, preguntándome por qué no había ido. Le dije educadamente que yo ya no formaba parte de la empresa, y mi presencia no solo no hubiese sido oportuna, sino que hubiese sido contraproducente ya que yo no iba a estar más allí. Me dijo de todo, y me colgó.
A los tres o cuatro días, tuve que ir a recoger unas cosas que había olvidado en el almacén y a devolver una máquina de la empresa que no recordaba que tenía (ya se encargaron "amablemente" de recordármelo amenazando con denunciarme). Al entrar, ni me saludaron siquiera. Que coño, ni me miraron. Mis compañeros. Cuando el tipejo me vio la cara, me soltó "¿Que esperabas? Los has dejado tirados y ni siquiera has tenido el detalle de venir a explicarles como se lleva esto, formarles en las cosas que tu hacías, y dejar esto operativo. ¡Has jugadoi con su puesto de trabajo!".
Ante la más que probable posibilidad de que pudiese darle una ostia que le volviese la cara del revés, me largué de allí, y no he vuelto.
Hace unas semanas, me encontré a uno de mis "compañeros". El que montó su empresa. Todo ambilidad, abrazos, te invito a desayunar. Me contó que el negocio se fue a tomar por culo, que los empleados fueron dimitiendo uno a uno, y que el se largó diciéndole que se metiera el puesto por el culo porque todo lo hacía el, y no se lo agradecía (de qué me sonará eso). Tuve que morderme la lengua hasta hacerme sangre por no decirle lo que se merecía, pero me despedí educadamente, quedé en llamarle para tomar algo otro día, y lo mandé mentalmente a pastar for ever.
Moraleja: no des lo mejor que tienes para otro, no lo apreciarán (buen consejo que volveré a incumplir probablemente). No des lo mejor de ti a tus compañeros de trabajo. Son eso, no tus amigos (aunque cuenta la leyenda que en alguna ocasión han coincidido ambas cosas). No te tomes nada del trabajo demasiado a pecho. Un trabajo es para lo que es: echar tus horas (ni una más), hacer lo que te piden y entra en tus atribuiciones (nada más), cobra tu nómina, y borra todo de tu mente tal como sales de la puerta.
Y si te está amargando la existencia... LÁRGATE. No lo dudes un segundo.