Cuando vi The Dark Knight pensé que se había descubierto una fórmula mágica que hace que productores, críticos y público se bajen los pantalones ante una película de acción. Pongamos que queremos hacer una película sobre Daredevil, por ejemplo. Cogemos el esquema típico de este tipo de películas, con su dosis regular de acción, de chascarrillos, de descerebre y de speed en sangre yyyy... añadimos el ingrediente secreto, de vez en cuando, Matt Murdock se pega un lingotazo, se fuma un porro, le enseña el dedo a un conductor que no le ve al cruzar, etc. vamos, que muestra su "humanidad" más profunda, y sus "debilidades".
Los productores ven una fórmula maravillosa; los críticos se abren de nalgas y dicen "¡el cine de superhéroes ha alcanzado una nueva dimensión!"; el adolescente redneck se queda boquiabierto y deja caer la salsa de sus nachos en su camiseta mientras piensa "¡me estoy divirtiendo y a la vez estoy siendo listo!".
En definitiva, no parecía algo muy difícil, incluso alguien que debería buscar la palabra "imagen" en el diccionario como es Christopher Nolan podía hacerlo. Al fin y al cabo eran las frases rebuscadas de un Bruce Wayne tremenda e inquietantemente autoconsciente (¿quién dijo que no tenía superpoderes?) las que hacían aplaudir al público de manera compulsiva.
Y hoy he visto The Dark Knight, preparado para encontrarme con esas perlacas destinadas a hacer babear a la gente, o quizá no, ya que contábamos con el hermano listo en el guión, pero al menos sí con cierto empaque visual que debo reconocerle a las dos.
Y parte del empaque está ahí, pero a qué precio.
Es cierto que las frases de las que Vigalondo dice que merecerían ser continuadas con un tartazo han disminuido, aunque no desaparecido, pero el horror viene con un "concentrado" de información, una aspiración a ser la tragedia definitiva y un enrevesamiento gratuito del argumento que a mí personalmente han supuesto algo similar a la tortura, y me han dejado mareado y con dolor de cabeza.
La televisión ahora mola, ¿no? Es decir, ahora no eres nadie si dices que prefieres las películas a las series actuales. Y el éxito de TDK lo confirma, porque un telefilm está ahora en lo más alto del ranking IMDb y directo a colocarse entre las películas más taquilleras de la historia. Un telefilm con algo de empaque, sí, pero telefilm al fin y al cabo. ¿O es que no es un telefilm esta película sin pausas, en la que es impensable dejar que una escena respire antes de dejar paso a la siguiente, que tampoco toma aire para comenzar? Este espéctaculo de frases y frases en el que se utilizan diez líneas para decir lo que se podría decir con dos, o con un silencio, o con una elipsis es un telefilm. Y ya no es sólo la sobresaturación, sino que, salvo en las lamentables secuencias de acción, no he visto ni un sólo motor narrativo que no sea el texto: 0% de miradas, de gestos, de interacción con el escenario, de montaje expresivo, y de tantos y tantos recursos que es una pena que se tiren a la basura.
Todos los personajes están, constantemente, hablando de manera rápida y artificiosamente enrevesada (yo a veces ni entendía lo que estaban diciendo), y si no, están gritando, o si no, llorando, o las tres cosas a la vez. Y así se consigue la película emocionalmente más falsa en lo que va de año, probablemente en muchos años (ese hijo de Gordon, por Dios).
Y así, esta película que iba a ser referente en el cine de superhéroes y, para muchos, una de las mejores de la historia se ha acabdo convirtiendo, en mi opinión, en la peor película adaptada de un cómic.
Lo Mejor:
- Imaginar mientras veía la película que se aplicaban las reglas que propuso Nacho Vigalondo.
Lo Peor:
- Todo, el dolor de cabeza y las antorchas de los foreros quemando mi casa en 3...2...1...