copio la critica de messala a peticion de macas :
Mi primer visionado sí me dejó la sensación de obra maestra. No obstante, espero verla otra vez para reafirmarme del todo. No en vano, los soberbios cinco últimos minutos del film, te dejan un regusto tan agradable que corre uno el riesgo de perdonar fácilmente algunos fallos (que los hay) en el resto del metraje.
Para mí la película trasciende el mundo del cómic y los superhéroes aunque se vale de su atractiva estética para presentarnos una historia adulta, actual y muy atrevida, en la que se pone al público (y a la sociedad entera) frente a un espejo que, si uno acepta el reto y se atreve a mirarlo fijamente, corre el riesgo de quedar horrorizado. Tal es la visión, poco condescendiente, que ofrece Nolan de la sociedad actual.
"Yo sólo voy un paso por delante del resto (de la gente)" proclama el Joker en un momento dado. Y en cierto modo, tiene razón. El "happy end" de la subtrama de los ferrys no demuestra, pese a lo que puedan pensar muchos, que los ciudadanos de Gotham (convictos o no) sean mucho mejores que “El Guasón”. ¿Qué es lo que evita que “los ciudadanos ejemplares” del primer ferry pulsen el botón para hacer saltar por los aires al otro barco? ¿Los principios? ¿O más bien el miedo a asumir la responsabilidad de hacer algo que previamente (cuando sólo había que escribir una respuesta en una papeleta anónima) habían aprobado democráticamente? ¿Y en el ferry de los convictos? ¿Qué hubiera pasado si no surge una persona (y sólo una) que autoritariamente y por decisión propia impone su criterio y lanza el detonador por la borda? Nótese la paradoja de que allí donde se vota democráticamente se decide que hay que volar el otro ferry y, sin embargo, allí donde un simple convicto impone su criterio al de el resto "dictatorialmente" la decisión (mucho más virtuosa) es no hacerlo.
Y es que Nolan llega a cuestionar incluso la propia democracia como sistema de gobierno en esta brillante película. Un sistema de gobierno en el que los delincuentes campan a sus anchas, la policía se corrompe y el pueblo (descerebrado y sin principios, que reniega incluso de su propio salvador) tiene la capacidad de decidir y de imponer decisiones por simple mayoría aunque sigan conduciéndonos a todos al Caos que representa el Joker. ¿Acaso el hecho de haber votado democráticamente volar por los aires el ferry del vecino legitimaba tal decisión?
Harvey Dent en la escena de la cena con Rachel y la bailarina rusa, habla, justificándolo, de cuando en Roma se suspendía temporalmente la República y se le daban poderes especiales al Emperador para solventar las crisis. El propio Batman, con sus métodos políticamente incorrectos representa el fracaso de las leyes actuales para luchar contra los delincuentes. En este sentido es impresionante la escena en la que golpea una y otra vez al Joker en la mismísima sala de interrogatorios de la policía con total impunidad. Eso por no hablar del invento de los móviles 3-D para poder espiar a toda la ciudad o lo de saltarse a la torera las leyes internacionales para secuestrar a un Chino en Hong-Kong.
Creo que la cuestión capital en esta nueva saga del murciélago (que ya estaba planteada en “Batman Begins”) es esta: ¿merece la sociedad actual ser salvada de los males que ella misma ha creado? Y, si la respuesta es que sí, ¿el fin justifica los medios? Pese al mar de dudas en el que nada Bruce Wayne, ya sabemos que él ha tomado una decisión y ha respondido afirmativamente a ambas cuestiones pero... ¿Y el propio Nolan?
Bajo mi punto de vista Nolan, aunque juega a la ambigüedad en más de una ocasión, coquetea claramente con el “no” (no merece ser salvada) y nos tienta a que pensemos de igual modo que el Joker (el mundo debería arder y punto), mostrándonos a una sociedad cada vez más hipócrita, desagradecida y sin principios (como el contable que descubre la identidad de Batman e intenta chantajearlo) en la que la gente que sí tiene esos principios suele acabar bastante malparada. Así, vemos cuál es el final de Rachel, de Harvey Dent (triturado y convertido en Dos Caras), del propio Batman (perseguido y cargando con los pecados de otros) o incluso de Gordon, que está a punto de perder a su hijo.
Eso es lo que hace funcionar la historia y la hace interesante. Los dos puntos de vista puestos el uno frente al otro. Una visión catastrofista de una sociedad perdida, que no merece oportunidad de redimirse (a la que ya intentó ajusticiar Ra's al Ghul en la primera película) enfrentada a otra más romántica y esperanzadora, personificada por un dubitativo Batman que aún cree en el ser humano y que, cual Cristo redentor, está dispuesto a cargar sobre sí con los pecados de todo el mundo, aún a costa de ser perseguido y humillado por los mismos a quienes pretende salvar.
Lo interesante en la visión que Batman tiene de la sociedad, es que se ve obligado a despojarla de su mayoría de edad para justificar sus malas acciones y poder seguir creyendo en ella “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Sólo así tiene sentido su cruzada; si la gente es mala o poco comprometida, lo es porque da palos de ciego y está confundida ("La gente necesita ejemplos drásticos para salir de la apatía", Batman dixit), pero no porque albergue el mal en su interior. Esta representación indulgente, cándida, de una sociedad preadolescente le sirve de excusa a Batman para seguir luchando por ella y no abandonarla a su suerte, al tiempo que convierte en útiles las muertes de sus seres queridos y todos sus sacrificios que, de cualquier otro modo, no habrían valido para nada. Todo esto tiene su corolario en la resolución final de “El Caballero Oscuro”, cuando Batman decide que es mejor no contarles a los ciudadanos una verdad (lo que hizo Dent antes de su muerte) para la que “no están preparados”. Pero además tiene otras interesantes implicaciones, cuales son las de situar al héroe en un plano de superioridad moral con respecto a aquellos a los que pretende defender (lo que lo hace parecerse peligrosamente a un dictador que impone su propio criterio acerca de lo que está bien o mal) o, como ya hemos comentado, cuestionar la democracia como forma ideal de gobierno en una sociedad que, al fin y al cabo, no sabe qué es lo mejor para sí misma.
Para el Joker, por el contrario, todo es mucho más simple. En la percepción que tiene el Joker del mundo en el que vivimos, El Mal, la hipocresía y la crueldad forman parte de la naturaleza humana y en última instancia (llevados a situaciones límite), son sus valores más puros y verdaderos, por lo que nadie merece perdón de ningún tipo. Las reglas de la sociedad (morales o escritas), al igual que el propio hombre-murciélago, son un desesperado (y divertido) intento de luchar artificalmente contra lo inevitable; el Caos y la anarquía a la que nos conducirá, tarde o temprano, la verdadera bestia que llevamos dentro. Por lo tanto, se considera a sí mismo un visionario que disfruta sirviendo de catalizador y ofreciéndonos un anticipo del Caos que, irremisiblemente, está por venir.