Respuesta: Tim Burton, el post
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Si vienen a conquistar la tierra necesitarán abogados" (Danny de Vito)
Los primos bordes de E.T.
La prensa y los medios pertinentes presentaron "Mars Attacks!" como la parte cómica de Independence Day, al estrenarse casualmente el mismo año. Si hubiesen dedicado cinco minutos de investigación se habrían percatado que Burton, friki absoluto y un hombre anclado a una infancia perenne, lo que estaba haciendo era rendir un homenaje al género de la sci-fi de los 50 estando a su vez basada en una colección de cromos de la marca Topps de 1962 donde los protagonistas eran marcianos venidos del espacio exterior. La película sin ir más lejos es una parodia tanto del cine de invasiones extraterrestres como solían ser las películas de serie B de la época dorada con títulos como "Invasores de Marte", "La Guerra de los Mundos" entre otras tantas donde el ser humano se encuentra a la merced de estos invasores con intenciones de conquista y eliminación de la raza humana.
Lo mejor de todo es que Burton decidió realizarla en tono cómico, paródico, cargando las tintas sobre las bases elementales de América y repasando a su vez las claves de las mismas (política, sociedad, cultura, familia, militarización, medios de comunicación, etc.) inyectándole un humor ácido, irónico, mordaz. Un filme coral donde lo más importante no son sus actores ni sus personajes, incluso sus situaciones son meros arquetipos o clichés de situaciones cotidianas vistas hasta la saciedad en este tipo de películas. Políticos interesados en ganar popularidad aprovechándose de una situación concreta, pelea de egos en cuanto a medios de comunicación, la familia asocial (white trash como suelen llamárseles) donde el hijo militar es venerado mientras el otro es ninguneado y despreciado siendo a su vez el único que se entiende, protege y preocupa por la abuela, al igual que hace un repaso o recurre al mundo de los casinos y lo kitch emplazado en la ciudad de las luces (Las Vegas) con personajes esperpénticos, excesivos y visualmente desagradables.
Uno de los títulos menores de la filmografía de Burton que no contó con el beneplácito de la taquilla y el público no acabó de encajar con el tono macarra, borde y casi desagradable de estos marcianos de voz chillona y casi apitufada cuyo modus operandi es mucho más cartoon que cualquier marciano que podamos haber visto, con permiso de Marvin de los Looney Tunes, y que disfrutan destrozándolo todo, atacando sin piedad cualquier monumento histórico que se precie y cuya fisonomía (cadavérica e icónica a partes iguales) fue todo un acierto. Burton tuvo intención de plasmarlos en stop-motion pero el resultado no dio el fruto esperado y decidieron recurrir a la infografía requerida. A día de hoy la sensación de credibilidad es asombrosa y siguen manteniéndose dentro de esa aura deudora del género de los 50, casi surgida de la revista MAD y benerados por Tex Avery donde el golpe mortal con risa enlatada de fondo es toda una declaradión de principios.
Con un diseño de producción estudiado al milímetro, con aroma a serial de sábado por la mañana pero sin dejar de resultar Burtoniano al 100% (sólo hace falta ver los decorados, las naves espaciales, los personajes, los lugares, etc.) para descubrir que una vez más estamos ante una colección de fracasados, de outsiders, de mindundis con egos subidos, con inadaptados de distintas clases y como el poder no da la victoria ni el fracaso es sinónimo de perdición (así lo dejan claro los supervivientes). Uno de sus mayores aciertos es la forma en cómo todo está construido a modo de juguete a destrozar en las manos de un niño grande y así lo demuestra todos y cada uno de los momentos donde hacen acto de presencia los hombrecillos verdes de desarrollada cabeza: la matanza de la paloma, la destrucción sistemática con rayos de colorines de todo el sistema político, militar y social, el recurrente elemento de experimentación con humanos deparando aberraciones bastante cómicas o el encuentro definitivo entre los dos líderes (humano y marciano) con resultados descacharrantes
Si encima recurrimos a que el único elemento que puede acabar con ellos es con la canción empalagosa pero muy pegadiza "Indian Love Call" de Slim Whitman estamos ante un producto pequeño pero realmente conseguido. Cierto es que en más de una ocasión sufre de cierta arritmia y el ritmo adolece de cierta irregularidad pero dentro de lo que cabe no dista mucho de cualquier producto de serie B, sólo que con el sello personal e inequívoco de un director con ganas de pasárselo bien con cualquier cosa que tenga a mano. Y si encima termina con el "It's not unusual" interpretado por el mismísimo Tom Jones a ritmo de una fauna Disneyana y una fotografía vitalista "Mars Attacks!" podemos darle el visto bueno y el aprobado con soltura aunque no pertenezca al gremio de las grandes del director.