Queridas compañeras, queridos compañeros,
El resultado que hemos obtenido en Catalunya no es satisfactorio ni se corresponde con el esfuerzo y el compromiso que Podemos ha volcado en esta cita clave. Queremos asumir este traspiés, rendir cuentas y compartir una breve valoración para explicarlo y extraer lecturas para encarar el reto de las próximas elecciones generales.
Sabíamos que las elecciones catalanas no eran un escenario políticamente sencillo, porque llegaban atravesadas por una dinámica de polarización nacional con la que no estábamos de acuerdo y que queríamos pero no hemos sido capaces de atravesar. Sabíamos que no eran unas elecciones normales y que debíamos apostar por conformar un polo catalán, una candidatura ciudadana y popular que, frente a la dinámica de bloques a la que nos querían arrastrar, dibujase una tercera posición con todos los que están a favor de profundizar la sacudida democrática que la gente común ha protagonizado primero en las plazas, después en las elecciones europeas y que ha llevado a que las principales ciudades de España tengan alcaldías del cambio.
Con la vista puesta en ese objetivo, conformamos una candidatura de nombre difícil, “Catalunya Sí Que Es Pot”, y elegimos un candidato independiente que expresase que éramos más que la suma de fuerzas políticas. Por desgracia, no contamos en esa candidatura con todas las fuerzas y compañeros que nos habría gustado para conformar ese polo ciudadano con el que patear el tablero catalán. Tenemos la convicción de que mucha gente que está esperando a las generales para votar “Podemos” no nos encontró el domingo entre las papeletas de los colegios electorales. Creemos que es una buena decisión, acorde con la plurinacionalidad de nuestro país, construir encajes diferentes en sistemas políticos diferentes, y Catalunya claramente necesita una candidatura diferente. Pero nos reafirmamos al mismo tiempo en que la palanca para multiplicar fuerzas y tender la mano a mucha gente distinta por el cambio político y la recuperación de la soberanía popular tiene un nombre fraguado en este año nada sencillo. Por eso Podemos será el nombre y eje articulador de la candidatura del cambio para las elecciones generales. Nuestros adversarios quieren encajonarnos en el margen izquierdo del tablero y encerrarnos a hablar de nosotros mismos. Nosotros seguimos sabiendo que los de arriba no tienen proyecto para el país real y que nuestras ideas son de sentido común, transversales y transformadoras. Esa, y el contagioso paso de la resignación a la ilusión, son nuestras fuerzas para las elecciones generales.
Por otra parte, hemos vivido una campaña electoral de la irresponsabilidad en Catalunya, del choque de trenes entre el independentismo de Mas y el inmovilismo de PP, PSOE y Ciudadanos. Rajoy, Sánchez y Rivera le han regalado a Mas, pese a negarlo, que estas eran unas elecciones plebiscitarias, y se han conformado con incendiar políticamente Catalunya y aspirar a recoger los restos fuera de Catalunya. Nosotros hemos defendido un discurso no sencillo en una campaña sin matices, pero responsable y el único, creemos, con recorrido a largo plazo: España es un país plurinacional, donde conviven pueblos con identidades diferentes, y nosotros queremos construir un futuro de soberanía popular con todos, juntos, pero sabemos que el mejor pegamento es la seducción, la democracia y el acuerdo. Comprendemos que en medio de la guerra de banderas y la sobreactuación irresponsable de las élites de Barcelona y de Madrid este discurso tenía dificultades para sobresalir por encima del ruido. Ellos preferían el ruido para tapar sus recortes, su corrupción y su incompetencia compartida. Pero ahora viene la resaca del ruido.
Por eso nuestra posición se revaloriza ante el “empate catastrófico” de los dos bloques sordos que sólo le han hablado, durante la campaña, a media Catalunya: Ni el independentismo puede avanzar en una declaración unilateral de independencia ni Rajoy, atrincherado, miedoso y amenazante, da la talla para este reto histórico. No hay más salida que sumar fuerzas para el cambio político, la democracia y la fraternidad de la gente en común, siguiendo el ejemplo de las alcaldías de Madrid y Barcelona, ayer enfrentadas y hoy hermanadas en la defensa de la gente. Hemos sembrado mucho y consideramos que en Catalunya y en toda España esta posición va a retumbar en las próximas elecciones generales.
Con todo, el equipo de trabajo de Podemos y nuestros portavoces se echaron gran parte de la campaña electoral al hombro y estamos en condiciones de afirmar que si no hubiese sido así el resultado habría sido más modesto. El escenario catalán ha cambiado a mucha velocidad en los últimos años y la polarización nacional había dinamitado posiciones de puente. No es nuestro estilo rehuir los retos y no lo hicimos. Estamos orgullosos de haber dado la cara siempre. En los momentos complicados es cuando se forja el compromiso, la militancia y el carácter.
Hay quien dice que este tropiezo cierra la puerta al cambio político. Son, os acordaréis, los mismos que dijeron que como mucho sacábamos un eurodiputado, los que en Vistalegre nos dijeron que nos dividíamos por debatir y que era nuestro fin, los que decían que no llenaríamos Sol en la Marcha del Cambio, los que en Andalucía nos insistían en que todo volvía a ser como siempre, los que decían que no era posible ganar las principales alcaldías para el cambio. Los que militan en el No Se Puede con tanto fervor que nos hacen sospechar. Nosotros hemos llegado hasta aquí derrochando coraje, compromiso, generosidad y atrevimiento. Y así pensamos seguir. No van a ser meses sencillos pero siempre supimos que los privilegiados no se van a ir solos, que nuestro país no lo vamos a reconstruir sin un inmenso esfuerzo ciudadano.
En todo este tiempo hemos sido capaces de cambiar las reglas del juego, obligando a nuestros adversarios a intentar parecerse a nosotros, a reconocer que algo estaba pasando, a simular que escuchaban a la calle. Al mirar atrás vemos que es mucho lo recorrido y lo conquistado, pero nosotros tenemos la vista puesta adelante, con el paso corto y la mirada larga, en una España recuperada para su gente.
Nos despedimos con un abrazo y una promesa. Un abrazo fraternal a los imprescindibles que se han quitado horas de sueño, de ocio o de estar con los suyos para darlo todo en esta campaña. Sois los mejores, un orgullo y un ejemplo para nuestro pueblo. Y una promesa a los que dudan, a los que quieren ganar la ilusión, a los que saben que algo se mueve pero no saben si para el cambio o la restauración de los de siempre: no hemos llegado hasta aquí para ahora flaquear, no vamos a defraudar, no vamos a olvidar tantos comentarios de ánimo, tantas sonrisas;hemos nacido en la adversidad y nos crecemos en ella. Fuimos valientes al soñar un país nuevo, seguiremos siendo para construirlo, con los que ya han dado el paso y, sobre todo, con los que faltan.
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón