Mi padre militó por una temporada en el PSOE (bueno, PSC)... hará 30 años. Estuvo en una lista para las municipales (en un puesto que estaba claro que no saldría elegido). Entonces la dirección del partido se sacó de la manga que había que quedarse en la OTAN: la consigna fue: DEBÉIS hacer campaña por el sí en el referendum; TODOS. Mi padre dijo que no haría campaña. Inmediatamente empezaron a hacerle mobbing ¡en la sección del barrio! sus propios compañeros y vecinos tan buenrrollistas que hasta hacía cuatro días habían estado todos radicalmente en contra de la OTAN. Tanto, que se le llegó a dar un ultimátum. Mi padre no tardó ni dos segundos en mandarlos a la mierda, a ellos y al partido. En realidad es así de fácil ser fiel a tus principios (para votar es otra cosa, llegas a un compromiso personal, íntimo, no puedes estar de acuerdo al 100% con nadie, mucho menos con un colectivo... pero ¿defender activamente cosas a las que te opones? ¿poner la obediencia al gran líder por delante de tus convicciones?).
Así que sí, por mi experiencia (vaya, la de mi padre) los militantes de base son cómplices de base.