De esos asientos, los que más a la sombra están, suelen proceder la mayor parte de los gritos que se escuchan en el hemiciclo, lo que hace difícil identificar a quienes los profieren. Así lo asegura Pilar Portero,
de Tudosis.es, quien coincide con Garea en calificar este tipo de comportamiento de estrategia.
"Se hace un poco para desconcentrar al que está en la tribuna. El otro día, con Rajoy, hubo bastante bronca desde las filas socialistas.
Yo siempre lo veo como un colegio, cuando sale el profesor o alguien dice algo y se parten de risa".
"Siempre ha habido dos o tres personajes a los que los presidentes del Congreso de turno han amonestado por interrumpir, a veces con insultos, las intervenciones", añade Ernesto Estévez, periodista de la
Cadena SER. "En la primera legislatura de Zapatero era bastante generalizado, había un grupo de diputados del PP que se caracterizaron por interrumpir en muchas ocasiones al orador para distraer la atención".
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"No creo que se haya moderado", discrepa Estévez. "Ahora hay menos bronca porque los diputados socialistas están más alicaídos, no están envalentonados". El periodista de la SER cree que la diferencia radica "en las redes sociales".
"En otras ocasiones, de los insultos, los comentarios y las salidas de tono de los diputados, que aprovechaban el anonimato de la bancada para hacer filibusterismo parlamentario, sólo nos enterábamos los periodistas que estábamos allí. Lo de Fabra no habría tenido el mismo recorrido sin el efecto multiplicador de las redes sociales", explica. Por esa razón, considera que sus señorías "van a tener más cuidado". "Van a aprender que su insulto y su grito ya no queda impune".