Vista, ya era hora, no podía quedarme así con todos vosotros paladeándola y yo aquí sentado.
Voy a hablar con SPOILERS. Lo siento por el tocho pero ya sabéis... como me toque Disney me voy sólo.
Pixar tiene una virtud y cada nueva entrega más se me reafirma. Saben contar historias y por muy extrañas que parezcan al principio siempre suelen llevarlas a buen término y eso se agradece muchísimo. Como casi todos vosotros yo soy fan de Pixar y a veces más que por sus historias por sus personajes. Tienen vida, tienen sentimientos y tienen porte. En este caso se arriesgaban a que la cosa no cuadrase pues, ¿qué niño va a querer un abuelo como muñeco de aventuras? Pero los de Pixar no son tontos. Han hecho que a este GRAN SEÑOR le acompañe un niño explorador, algo con lo que puedan identificarse o unirse, algo con lo que no quedarse descolocados como ya pasó con Wall-E (película hecha por y para adultos, que no se le olvide a los padres).
Comenzamos la película con los mejores diez minutos de la historia de la animación. Ese comienzo narrando las (des)venturas de Charles Munz, con la voz postiza de Matías Prats emulando a su querido padre, en un blanco y negro delicioso ante los ojos de un maravillado (y exquisito) chiquillo ya nos presentan que esta película va de como cada uno tiene su propia misión. Acompañamos hipnotizados ante esa inocencia y espíritu aventurero de Carl Fredricksen, un dibujo animado divertidísimo, con esas gafas y ese gorro de aviador. Luego conoceremos a uno de los personajes que más me ha conquistado de toda la película. Ellie. Esa chiquilla con más aventuras y ganas de disfrutar. Con ese diseño exquisito (el pelo a lo Pumuki me ha convencido y me ha hecho reir). A partir de las presentaciones, esa reunión nocturna donde Carl no habla, sólo expresa admiración y amor por esa niña que llegará a ser su esposa ("cruza el corazón") y una paleta de colores perfecta nos adentramos en lo mejor de toda la película: esos cinco-seis minutos de cine silente donde la música inunda la pantalla. Con ese tono cálido, digno de fotos de época, vemos como viven, crecen y planean ese viaje soñado a las cataratas Paraiso. Pero como un mazazo acudimos a un aborto (ese plano de Ellie sentada en el jardín, sola es de órdago) y como van envejeciendo juntos para acabar como acaba. Es cine en estado puro, cine con mayúsculas, cine con sentimiento y cabeza.
A partir de aquí conocemos al Carl mayor, hastiado de la vida y rutinario en sus quehaceres (limpiar el polvo - colocándolo todo como ha estado siempre, limpiando los cristales sin su esposa al otro lado, desayunando solo, contemplando fotos de un album que le une a su ser más querido...). La película podría tirar por el camino de la melancolía, de la redención, de la agresividad de la construcción y de la tristeza de los últimos días de la vida de un abuelo (Carl es un personaje extraordinario, quizás el más real de toda la factoría Pixar. Me encanta sus rasgos, cuadriculados, las manchas de su piel, tan reales, su pelo blanco, sus expresiones y como las arrugas y sus gafas grandes casi tapan sus ojos). Pero a Pixar le gusta la marcha, le gusta que nos lo pasemos bien y meterán a Russell, un niño oriental que necesita conseguir la última insignia para ser un explorador Senior. Sin andarse por las ramas Carl cumplirá su promesa y se irá a dejar reposar la casa en las cataratas Paraiso. Toma ya, eso sí que es toda una aventura. Con la marcha directa la película estará llena de detalles divertidísimos (como Carl apagando su sonotone para no escucharlo o ese plano (ficticio) de tener al crío colgando de una cuerda) y sencillamente apabullantes (esa tormenta. La luz y los efectos especiales son maravillosos).
Quizás cuando llegamos a la parte de aventuras haya algún momento que la película decaiga un tanto pues el tema de perros parlantes sí que me ha hecho reir pero lo he encontrado demasiado forzado. Doug es divertido más por sus acciones que por lo que dice. Creo incluso que si no hubiese hablado la cosa subiría enteros. Pero lo que pensé que me iba a dejar fuera y ha sido todo lo contrario es la presencia del "gamusino". Maldita sea, que se le coge empatía a ese pájaro colorista. Divertido, eficaz y ameno aquí se mezclarán cuatro misiones en una y ahí radica la originalidad de Pixar. Cada personaje tiene su idea fijada en un propósito y todo aderezado con la mejor magia e inventiva del mundo. La parte del bosque está llena de color, de detalles, de texturas y de realismo que apabulla (el detalle cómico de la rana despertador me hizo partirme la caja bien agusto).
Huelga decir que la presencia increíble de Charles Munz es de lo mejorcito de la peli. Algo incoherente en cuanto a edades pues parece que tengan la misma los dos abuelos y no debería ser así pero por lo demás vislumbrar a ese mad doctor, a ese hombre malvado que no dudará en hacer lo que sea por conseguir ese pájaro (cuando quema la casa de Carl es realmente terrorífico pues implica muchas cosas más allá de ver quemarse una casa). Con una dosis de acción increiblemente buena y una sensación de estar ante una buena película de aventuras (todo el tramo final, con persecuciones de aviones - todo un guiñazo a "Star Wars", peleas a espada - genial esa clavada de reuma dejando a los dos abuelos todo tiesos ha sido la repanocha, fragmento que me ha recordado muchísimo a la pelea pirata de los abuelos de "El sentido de la vida" y ese plano general encima del dirigible tan bordado) para acabar en un final muy sensiblero, muy bonito y muy original.
Estamos ante una gran película (quizás la mejor del año) y que Pixar siempre logra convencerme en que es la mejor empresa en el campo de la animación de los últimos años y que no dejará indiferente a nadie. Esa realidad contrastada de lo que una persona mayor siente por la vida y como al verse invadida por la vitalidad de las nuevas generaciones le hacen sopesar los pros y contras. Envuelta en una BSO de auténtico lujo y una fotografía de ensueño (digna de un Oscar como mínimo) la película número diez de la compañía del flexo vuelve a marcarse una muesca en el revolver y gana por goleada.
[hr:149uxthp]
Seaker, gentuza así me tocó con Ice Age 3. La "querida" abuela que llevó a sus nietos y parecía que los había llevado a un Chiki Park (corriendo entre los asientos, dando golpes en los mismos, consiguiendo que mi cabeza rebotase) y luego los llevó al lavabo. Liaron una trifulca que daban ganas de conquistar Esparta. Así que te comprendo. No entiendo la de peña que puede llegar a subir-bajar las escaleras. Como en el curro: "aquí se viene cagado y meado de casa, copón".