Respuesta: Woody Allen's post
Recuerdos (Stardust Memories, 1980). Estamos ante algo muy serio, una de sus cimas, no en vano va detrás de Annie Hall y Manhattan, y precede a Zelig, Danny Rose, Rosa Púrpura, Hannah, etc. Probablemente, una de las cintas más arriesgadas de Allen, puro arte y ensayo, en un doble mortal imitando la masterpiece de Fellini. Increíblemente, no tiene demasiados defensores.
Rápidamente la lleva a su terreno con sus problemas con público y productores planteándole que no debe alejarse de sus primeras obras cómicas, cosa que entronca, evidentemente, con las críticas a Interiores. El pasaje inicial sin diálogo alguno, en el tren con su desenlace en el basurero y las gaviotas, es de una fascinante atmósfera surrealista y misteriosa.
La necesidad del personaje de Allen de expresarse de manera dramática y trágica, rápidamente nos damos cuenta que está relacionada con su incapacidad para superar una relación pasada cuyos recuerdos son evocados constantemente. Su frustración se ve claramente expuesta mediante una supuesta realidad hipertrofiada, de atmósfera agobiante, llena de fans y de incordios propios de la fama.
Gordon Willis estratosférico, al nivel de Manhattan, con hallazgos visuales por doquier, sombras proyectadas sobre la pantalla de cine, toda la parte del tren en su onirismo, planos a través de cristales, escenas en la playa, escenas dentro del cine maravillando con las luces cuando se encienden y se apagan, planos fijos dejando transcurrir la acción, todo esto mezclado con la selección musical de Allen a base de Cole Porter, Glenn Miller, Louis Armstrong, ... crean un estado permanente de Stendhal.
La parte cómica vuelve a ser encomiable, trasladada aquí a esas ruedas de preguntas a las que siempre contesta con un chiste ("No soy narcisista, no me identifico con Narciso, me identifico con Zeus"
) y a la proyección de sus primeras comedias.
Pero lo que remata la película es su final, tiene un último cuarto de hora redondo en sus resoluciones, acentuando el surrealismo, pasando de lo cómico a lo trágico, después a lo metacinematográfico, después a lo poético (atención a como retrata el MOMENTO de su vida), confundiendo el final de la película con de la meta-película, para acabar a lo grande, a lo Rosa Púrpura, dentro de un cine.
Si la tenéis lejana (como yo la tenía) o no la habéis visto, de cabeza. Curiosamente, veo más potentes sus Fellinadas más explícitas (ésta y Días de Radio) que sus Bergmandas (Interiores y Septiembre), aunque Otra Mujer es muy grande.