Respuesta: Woody Allen's post
Discúlpenme los lectores pero en este caso en concreto las emociones personales (y subjetivas) como espectador y la (supuesta) crítica razonada como cinéfilo irán de la mano y darán como resultado mi crítica más extensa para un filme de Allen. Me imagino que quien la haya visto y disfrutado tanto o más que yo lo entenderá a la perfección.
Gracias por vuestra paciencia.
(
The Purple Rose of Cairo, 1985)
“
Espera, dime una cosa. ¿Cuántas veces se enamora un hombre que sale de una pantalla de una mujer y trata de conquistarla?"
Para los amantes del cine, para los cinéfilos, para los espectadores, para los que disfrutan con la magia del cine propiamente dicha, para los que no pueden apartar los ojos y las emociones ante cualquier película que les pueda hacer sentir una sensación de bienestar, para todos y cada uno de ellos creo que "La rosa púrpura del Cairo" es y será la película que mejor puede resumir todos y cada uno de esos elementos y apartados. Una obra maestra y redonda, pues empieza donde acaba y acaba donde empieza. Me explicaré.
Hay pocas canciones que evoquen a una emoción concreta como el "Cheek to cheek" cantado por Fred Astaire mientras éste y Ginger Rogers bailan en "Sombrero de copa". Es una canción empleada hasta la extenuación. Es una canción que rezuma magia, nostalgia, glamour, sencillez, emoción... en resumidas cuentas: rezuma cine. Y es de lo que se trata en resumidas cuentas toda esta película. La forma primordial y básica en como Allen ve el cine. Pues este forma parte de su vida, sus películas beben de otras películas, de otros directores, de otras formas/formatos/fondo. Y con "La rosa púrpura del Cairo" rinde un homenaje al cine, al amor que siente por él, a la rutina maravillosa de asentarse en una sala de cine y esa magia no perceptible pero sí existente de contemplar nada más apagarse las luces una película.
La ficción real del séptimo arte
El cine siempre ha sido la vía de escape para los problemas. Siempre ha sido así. Hoy, tristemente, lo es pero desde casa pues el bolsillo, por desgracia, no da para poder ir tantas veces como uno quiera pero antaño, cuando no existía la tele ni internet estaba en el más futurista pensamiento las salas de cine eran el lugar perfecto e idoneo para escapar de cualquier problema y escaparse por unas horas de "lo que estaba cayendo fuera". De ahí que Allen decida ambientar su película en la época de La Gran Depresión. Y a partir de ahí crea, moldea y juega con personajes y sus estereotipos. Decir que todos están en estado de gracia está de más pero es cierto, nunca una frase hecha había tenido tanto sentido y razón de ser.
Estereotipos bien definidos: Mia Farrow es la mujer angelical y romántica, Danny Aiello el marido borracho, bravucón y maltratador, mientras que Jeff Daniels es Tom Baxter, el héroe gallardo e inocente en la pantalla de cine mientras que en la “vida real” es Gil Shepherd, un actor dubitativo a la par que encantador y con grandes aspiraciones. Y como en el cine todo es posible, Cecilia se acabará enamorando de los dos, por muchas razones. Con Tom se encuentra feliz, Tom y Cecilia son inocentes, son frágiles y a la par son románticos empedernidos. Son tal para cual: de ahí que Tom traspase la pantalla, pues se siente atraído por la belleza ingenua e inocente de Cecilia. Uno de los momentos que mejor resume esa simbiosis es como en el parque de atracciones Tom besa a Cecilia y éste espera que en la vida real haya fundido a negro.
Pero es que la ingenuidad de Tom es uno de los elementos fundamentales de esta película pues su vida como personaje le hace creer que la vida real es así y es donde el humor toma la mejor de sus formas: intenta pagar con dinero falso, se sorprende ante una mujer embarazada o cree que se puede vivir del amor aún habiendo miseria, pobreza o desgracias ajenas pues el concepto de realidad le es completamente ajeno (como deja patente Allen en la película al no sangrar o despeinarse al sufrir una paliza). Él es un personaje, una ficción, un estereotipo con indumentaria marcada.
Como Tom Baxter/Cecilia son la misma realidad
La historia es una especie del otro lado del espejo sólo que a la inversa. Tom vive en un mundo de fantasía, lo que es en realidad el cine pero traspasa la pantalla para ir en busca de su amada descubriendo que existe un mundo nuevo. La película da un giro radical y consigue que la vida real traspase la pantalla dándole a Cecilia la oportunidad de poder evadirse en el mundo que tanto ansía, vive y ama. Logra por unos momentos disfrutar esa irrealidad y saber que se oculta tras ese celuloide. Ella descubre que el champagne es en realidad gaseosa al igual que él descubre cual es el sabor de las palomitas. Es la fantasía hecha realidad y a la inversa.
Pero la película consigue ir un paso más allá. El cine es pura ficción y como tal Allen consigue darle una vuelta de tuerca a la historia y vuelve, una vez más, a romper los conceptos y las normas cinematográficas al hacer constar a los personajes de la película ficticia de que son eso, personajes de cine, personajes ficticios, que no tienen vida propia y que son elementos de un guión cinematográfico. Gran parte de la comicidad consta en esos momentos (“si me busca alguien estaré en la bobina 6”) y consigue que el metacine, ese cine dentro del cine, tome caminos nuevos o amplía sus constantes.
Lo mejor, lo más triste y lo que convierte a “La Rosa Púrpura del Cairo” en algo magistral, duro y elemental en el fondo de la historia es que la vida, la realidad es base fundamental en la filmografía de Allen. En sus constantes cinematográficas está la razón de ser de que por muy felices que seamos, por mucho que consigamos evadirnos de la realidad de la vida ésta no abandona ni nos deja ser felices. La escena en la que Cecilia toma la decisión de dejar atrás su vida monótona, triste y desgraciada para vivir una vida mejor y se encuentra con la triste, cruda y descorazonadora realidad es un golpe inesperado pero dentro de lo que cabe comprensible: la vida es así. Pero eso no quita que, aunque tengamos que convivir con eso, no podamos disfrutar de pequeños placeres de la vida como entrar en una sala de cine, dejar que se apaguen las luces y contemplemos algo tan maravilloso y mágico como ha sido, es y será una película.
El blanco y negro sinónimo de onirismo, fantasía e irrealidad
Algo que me fascina del trabajo de Gordon Willis, una vez más, es como dota con su trabajo un idealismo fantástico al cine clásico. Una de las razones por las cuales Cecilia idealiza a Tom y por ende a sus películas es que en ellas encuentra y cree ver cierta seguridad. Ella trabaja para mantener a su marido y el mundo que reflejan las películas es un mundo de glamour, bonanza económica, aventuras e idílicos romances repletos de felicidad (en puro contraste con la tristeza del momento que está pasando América). De ahí que el contraste de blanco y negro con el color sea puro simbolismo entre el glamour, la nostalgia y la ingenuidad frente a la realidad, la rutina y por ende la realidad.
Son tan divertidos las escenas donde los personajes descubren su existencia y lo que puede pasar si se apagan las luces (saben que de esa forma dejarán de existir) pero a su vez increpan y menosprecian a los espectadores que acuden a ver la película por estar en una posición económica y social más estable sin darse cuenta que son fruto e hijos de algo tan perecedero como una película que es de una ironía aplastante. Por eso, cuando descubrimos que han retirado la película para, supuestamente, destruir todas las copias nos invade la tristeza. Personajes tan divertidos no deberían acabar así.
Desde luego el amor y el cine (al igual que el amor por el cine) tiene como sinónimo perfecto esta obra maestra de Allen.