Después de dos visionados y algunas horas de sueño me atrevo a formular algo parecido a una crítica de
Origen. Y digo algo parecido a una crítica porque
Origen es algo parecido a una película. Es una experiencia única, un blockbuster para pensadores, un ensayo camuflado de novela, una gigantesca torre de marfil cimentada en un torrente de referencias cinéfilas y culturales.
Origen es mucho más que una película la mayor parte del tiempo, pero también mucho menos en algunos momentos.
Vaya por delante mi aplauso a Christopher Nolan por tensar hasta lo indecible los límites del cine comercial y marcar un doble gol: a la Warner, vendiéndole un diplodocus de 250 millones de dólares con DiCaprio a la cabeza, con posibilidades de pegarse un hostión en taquilla que ríase usted de
La Puerta del Cielo, y al lobotomizado espectador de multisalas, al que consigue meter pirotecnia y CGI mediante, un drama filosófico sazonado por Jung.
Origen es una película valiente, grande, compleja, aunque bastante fácil de entender, un film que invita al debate y que debe ensalzarse pese a sus defectos, que los hay, porque Nolan demuestra tener unos cojones como el caballo de Espartero.
Me voy a saltar cualquier intento de resumir la trama porque si ya has visto la película ya la conoces y si todavía no lo has hecho NO DEBES SEGUIR LEYENDO.
Después de media docena de películas, Nolan se confirma como un tipo obsesionado por subvertir las estructuras narrativas convencionales, disfrazando de cine pseudo-clasico las divagaciones oníricas propias del Lynch de
Mulholland Drive, para completar un tríptico sobre la subjetividad de la realidad y la percepción formado por
Memento (memoria),
El Prestigio, (ilusión) y
Origen (sueño).
Sus películas, más que por personas, están pobladas por ideas andantes, por sombras que solamente encuentran su razón de ser como vehículos verbalizadores de un mundo de conjeturas e interrogantes. Nolan pone escaso o nulo interés en el desarrollo de personajes. Lo que importa es el que y el cómo, el quien es muy secundario, dándole a sus películas una distancia emocional que para mí se revela como su mayor defecto junto a su limitado talento para las escenas de acción. Resulta paradójico que sus incursiones en el universo Batman, estando pobladas por personajes de tebeo, sean las más humanas, quedándome la duda de si esta es una elección consciente o bien el hecho de trabajar con personajes tan icónicos nos hace preocuparnos por ellos instintivamente.
Después de consultar con un par de personas que no han leído Batman en su vida me quedo con la primera opción.
El segundo eje temático sobre el que se desarrolla
Origen es la sanación y el avance vital a través de la asunción de la culpa, estableciendo que la paz interior es el camino para acceder a esferas más altas de realidad. En este sentido Nolan nos indica que el trabajo de Cobb, tanto sea en términos estrictamente reales, como si es un Origen auto-inducido, (sobre este tema, que es el que va generar más discusiones no siendo el más importante ni mucho menos, volveremos más tarde) le sirve para soltar el lastre del pasado y poder volver a mirar a la cara a sus hijos y continuar con su vida.
El director subraya este pensamiento con el uso de la canción de Edith Piaf “Je ne regrettte rien” (No me arrepiento de nada) como catalizador que despierta a los soñadores.
Hay un tercer nivel en la película que no he visto comentar, aunque dudo mucho que sea la primera persona en ver. Todo el film funciona perfectamente como una disección/critica del mismo hecho cinematográfico, donde los diferentes miembros del equipo vendrían a ser los integrantes del “crew” de un film cualquiera que dirigidos por Nolan/Cobb llevan al espectador/Cillian Murphy a través de una narración inducida, resultante en una catarsis ya previamente mencionada por Saito, proporcionándole una sensación de felicidad basada en la manipulación.
Origen es un torrente de influencias y homenajes siendo las más claras ente las primeras
Solaris, de Tarkovsky, donde otra esposa muerta se niega a languidecer en los pliegues de la memoria hasta convertir la vida/sueños de su cónyuge en una autentica pesadilla y donde la delgada línea entre la realidad y lo onírico también es puesta en tela de juicio,
The Matrix de los herman@s Wachowski, a la que evita parecerse formalmente a toda costa, pero a la que debe su eterna duda constante sobre la veracidad del mundo en que se desarrollan sus protagonistas, el mecanismo de inserción/salida en la meta-realidad sustituyendo conexiones neurales por poderosos sedantes y una llamada telefónica por la inmersión en agua, y también esos señores Smith de Cobol Enterprises que persiguen sin tregua al personaje de Dicaprio, y por encima de todo a
Paprika de Satoshi Kon, con su trama de espionaje industrial, sus ladrones de ideas, su mundo plagado de siniestras corporaciones y su discurso sobre el poder sanador de los sueños.
Los homenajes van desde el hotel ingrávido en el sueño de Arthur a la
2001, de donde calca la composición de plano en el lecho de muerte del padre de Cillian Murphy dentro de la cámara de seguridad , al Rosebud de papel que encierra la caja fuerte directamente sacado de
Ciudadano Kane, junto al plano de Cobb y Ariadne frente a los espejos emulando a Orson Welles y al millón de Charles Foster Kane(s) que veíamos cuando el millonario pasaba inadvertidamente entre dos espejos, pasando por el calco casi exacto de una oscura película sesentera llamada
Los Héroes de Telemark en la escena de la nieve, más que de
Al servicio de su Majestad como algunos críticos han querido ver.
Menciono los más evidentes pero la película está llena de ellos y estoy seguro que se me han escapado muchísimos más que se irán manifestando en posteriores visionados.
El film extiende sus tentáculos más allá del universo cinematográfico nombrando a la mujer de Dicaprio como “Mal”, que todos sabemos que quiere decir en castellano, pero que mantiene el mismo significado en francés y en latín.
Asimismo el personaje de Ellen Page adopta el nombre Ariadne, siendo ella la encargada de guiar a Teseo/Cobb a la salida del laberinto donde se esconde su particular minotauro.
Dando por descontado que la sombra de Jung planea sobre todo el metraje, con su proceso de fundir el consciente con el inconsciente y su psicología de los complejos mezclándose con destellos de Borges aquí y allá.
Y ya llegamos al punto que todos estabais esperando para poder destriparme en canal: ¿realidad o sueño?
Para mí es real. Lo que sucede es que Nolan, de forma brillante, ejecuta un Origen en la platea de tal manera que, aunque no exista un motivo racional para pensarlo, no podamos quitarnos de la cabeza (yo tampoco) que todo ha sido un sueño.
He aquí las herramientas/trampas que usa a tal propósito:
- La empresa que persigue a COBB durante todo el metraje se llama COB(b)OL Enterprises.
- Saito tan solo conocer a Cobb le repite algo que Mal le dijo en un momento crítico: “Tienes que dar un salto de fe”. Esto nos induce a pensar que Saito es una proyección vehicular del subconsciente de Cobb para darse una posibilidad de redención. De hecho Cobb, al final de la película, le dice a Saito: “te prometí que vendría a buscarte”, cuando esa es la promesa que le hizo a Mal. Durante la trama existen más ejemplos de diálogos cíclicos entre Mal-Saito-Cobb.
- Cada vez que se muestra a los hijos de Cobb, incluida la secuencia final donde están interpretados según IMDB por actores dos años mayores que en el resto de escenas, se desenfoca levemente la imagen, dándole un aspecto sutilmente irreal.
- Los diferentes miembros del equipo, de los que no se nos facilita ni el mas mínimo rasgo que les otorgue una personalidad propia pueden ser perfectamente escisiones de los diferentes roles o fases por los que ha pasado Cobb al largo de su vida.
- Las imágenes de Cobb y Mal envejecidos en el Limbo; si al ser arrollados por el tren y salir del Limbo aun tienen una apariencia joven en el sueño, ¿podría esto inducirnos a pensar que las imágenes de la pareja de ancianos son reales y que asistimos a los sueños de un hombre viejo que se resiste a aceptar la muerte de su esposa?
- El callejón de Mombasa que se contrae hasta límites arquitectónicamente casi imposibles, coincidiendo con una imagen muy recurrente en cualquier sueño que hayáis podido tener, y la posterior irrupción “Deus ex Machina” de Saito para terminar con la persecución.
- El discurso del viejo en el sótano de Yusuf sobre los soñadores que muy bien podría ser un aviso del subconsciente de Cobb previniéndole de su propio engaño.
-Y, of course, la famosa peonza final.
De todos modos no existe ninguno de estos puntos que no admita una explicación completamente racional, y para ser tomados como indicaciones de que Cobb es víctima de un Origen autoinducido exigen unas presunciones que la película no ratifica jamás.
Para mí lo esencial es que Cobb, finalmente deja atrás la peonza sin esperar al resultado cosa que entronca con lo que he citado como los dos ejes temáticos primarios de Origen. Y debo añadir que, a mi parecer, Nolan no quiere que estemos al 100% seguros, pues subvierte una de las normas principales del film.
Nos advierte tácitamente de que el tótem es algo absolutamente personal e intransferible para después revelarnos que el tótem de Cobb pertenecía previamente a Mal, indicándonos con ello que su percepción, y con ella la nuestra, dado que la película está narrada desde un punto de vista absolutamente subjetivo, no es en absoluto de fiar.
Los actores están todos muy correctos, pese a las pocas herramientas que Nolan les proporciona para defender sus personajes. Hardy es una fuerza de la naturaleza a seguir, Murphy sigue siendo una presencia deliciosamente extraña, Gordon-Lewitt tiene un dominio del plano y un magnetismo descomunal, Ellen Page está mucho mejor que de costumbre, pero los reyes de la función son claramente una hermosísima Cotillard con la dura tarea de recrear no a una persona, sino a la proyección del lado oscuro de esa persona en el cerebro de otro y un Dicaprio que, papel a papel, se va confirmando como EL actor, le pese a quien le pese.
Es impresionante verse de una tacada fragmentos de
Revolutionary Road,
Origen y
Shutter Island, por la que personalmente deseo que le den el Oscar este año.
Magnifica la fotografía de Wally Pfister, especialmente esos juegos cromáticos en los diferentes niveles de sueño, sublime diseño de producción y agudísimo uso del omnisciente score de Hans Zimmer para subrayar el gigantismo desaforado de la propuesta. A destacar el malicioso uso de los efectos de sonido para marear al personal. (Si no he escuchado mal, Nolan incluso incluye un simple jamesbondiano durante la escena de la nieve que es lo que ha llevado a muchos colegas a etiquetarla erróneamente como deudora de
Al servicio de su Majestad).
A mi humilde entender los puntos flojos están muy claros. Nolan sigue sin ser un director muy dotado para dirigir la acción, y a veces da la impresión de que se dedica a tomar planos de todas partes e intenta posteriormente darles un sentido en la sala de montaje. Especialmente floja me parece la escena de la nieve, con muy poca personalidad y sacada de un gameplay de shooter genérico. Pero la verdad es que frente a la peliculaza que nos regala esto me parece más bien anecdótico.
Lo que ya no me parece tan banal y que aleja a la película de ser absolutamente grande (que en muchos sentidos lo es) es el desprecio absoluto del director a generar cualquier tipo de empatía con los personajes. Tan preocupado esta porque el film nos provoque intelectualmente que capa deliberadamente cualquier atisbo de humanidad de él.
Y eso a mi humilde entender señor Nolan es un error garrafal que separa a
Origen de la película perfecta. Cuando Mal salta del balcón, se me deberían estar rompiendo las entrañas de dolor . Cuando Dicaprio cruza el control de inmigración se nos debería salir el corazón del pecho y deberíamos, o bien rezar para pudiera reunirse con sus hijos, o bien estar deseando con todas nuestras fuerzas que lo parasen y lo llevasen directito a la cámara de gas. Sinceramente usted consigue que me importe un comino.
Ya sé que usted me está echando en cara que eso es irrelevante, que me está desafiando a aceptar que no hay catarsis para el espectador, que usted no me va a manipular como manipulan al pobre Cillian Murphy, pero señor Nolan, yo en el cine además pensar quiero sufrir, reír, llorar y emocionarme y su excusa para ejecutar tal asepsia es muy pobre dado que muchísimas grandes películas dirigidas por grandes hombres (Lean, Eastwood, Ford, Kurosawa) lo han conseguido sin recurrir a ningún tipo de truco y siendo a la vez intelectualmente estimulantes y moralmente mucho más ambiciosas. Ya sé que usted me está diciendo que no es un narrador sino un ensayista, y que lo suyo es más que cine señor Nolan, pero también es menos.
Y por eso al mismo tiempo que aplaudo y celebro su obra como el acontecimiento del año también debo decirle que queda lejos de ser la película anglófona del año. Ese lugar quedara para un film que film que además de cerebro tenga tripas y corazón. Sea este radiante y luminoso (
Toy Story 3) o negro como la ponzoña (
El Escritor).