"Nos vamos con este mismo avión"
JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ - Madrid - 01/09/2008
Si hay un empleado de Barajas que lo pasó especialmente mal el día del accidente del MD-82 de Spanair, ése es Enrique A. El 20 de agosto su misión era coordinar a los aviones que estaban en pista. A las 13.42, Enrique acudió al aparcamiento número 11 de Barajas. Allí se dirigía el avión del vuelo JK5022 después de que su comandante, Antonio García Luna, solicitara, a las 13.30, abandonar la cabecera de la pista en la que se hallaba, dispuesto para despegar, tras haber detectado un problema técnico. Siguiendo instrucciones de sus superiores, Enrique fue allí para ayudar al comandante en lo que éste le pidiese. Compartió con él los últimos 30 minutos previos a la tragedia.
De la conversación que mantuvieron ambos en ese tiempo (y que Enrique ha descrito a la Guardia Civil), se deduce que, justo al regresar al parking, el comandante tenía la convicción de que les iban a cambiar el avión.
Tanto es así que García Luna llegó a solicitar verbalmente a Enrique dos jardineras (autobuses, en el argot de Barajas) para que transportasen a los pasajeros a otro avión. Dentro de la aeronave estaban los pasajeros. Algunos abanicándose. Hacía mucho calor y, al estar parado el avión, no había aire acondicionado. Las dos jardineras permanecieron más de diez minutos a pie de avión, vacías. Luego se fueron también vacías, ante la mirada del pasaje.
Todo comienza a las 13.30, cuando García Luna, con el avión ya en la cabecera de la pista, observa en el cuadro de la nave que el sensor que mide la temperatura externa está encendido. Se trata de una suerte de resistencia cuya misión es inyectar calor a los motores para que éstos, cuando vuelan a gran altura, no se congelen. Pero sólo se activa cuando el avión está en el aire. No en tierra, y menos en pleno mes de agosto.
García Luna decide regresar. Pero antes avisa a una coordinadora de Spanair: "Dile a Mantenimiento que el RAT se calefacta en tierra". Se decide que el MD-82 vaya al parking 11 y se avisa a los técnicos. El JK5022 llega al aparcamiento a las 13.42. Esperándole, dos técnicos de mantenimiento.
Paralelamente, un empleado de Barajas, desde la oficina de esta compañía en Barajas, llama a la sede central de la compañía, en Palma de Mallorca. E informa del incidente. Los responsables de Spanair indican que, si fuera necesario, hay otro aparato de la compañía "disponible" en Barajas para suplir cualquier incidencia.
Eso sí, según fuentes jurídicas los responsables de la compañía en Baleares supeditan el cambio de avión al dictamen de los técnicos. Es decir, cabe utilizar el otro avión si los técnicos determinan que el aparato se halla en situación de AOG (no operativo, averiado). La otra nave sólo necesitaba llenar su tanque de queroseno para volar.
Al llegar Enrique al aparcamiento ya estaban allí los técnicos. Inicialmente, Enrique se quedó a pie de escalerilla. Tras cinco minutos de trabajo de los técnicos, el comandante, a través de la ventanilla, indica a Enrique, que pida dos jardineras para desembarcar al pasaje y llevarlo a otro avión. Según los citados medios, Enrique traslada al instante al centro de control de su compañía la situación. "Dile que puede cambiar de avión si quiere, que no hay ningún problema", afirma Enrique que le comentan.
En ese momento, llegan las dos jardineras. Son las 13.52. Enrique sube las escalerillas y avisa a Garcia Luna de que ya están allí las jardineras para que desembarquen los pasajeros. Y le dice que hay otro avión disponible. "Tenemos que esperar un poco a ver qué dicen los técnicos. Están haciendo pruebas, y es posible que podamos salir con este mismo avión", respondió el comandante.
Unos 15 minutos después ve bajar a los técnicos. Y decide subir a la cabina a hablar con García Luna.
-¿Qué vais a hacer al final?
-Avisa para que reposten 2.000 libras de combustible. Al final, nos vamos con este mismo avión.
Según fuentes de la investigación, Enrique, que en todo momento notó en el comandante una actitud "seria y muy profesional", bajó las escalerillas para comunicar a sus superiores la orden del comandante. Mientras lo hacía, también se apeó de la nave García Luna, que se dirigió nuevamente hacía él y hacia el operario que acababa de llegar con la cuba del combustible. El propio comandante cerró el depósito. En lo alto de las escalerillas, dos azafatas. Se despidió de ellas, y del comandante, que subió a la cabina. El avión comenzó a moverse marcha atrás.
Enrique se quedó en el aparcamiento 11 viendo el recorrido hacia la pista de despegue del MD-82. Antes, vio despegar con normalidad otra nave de Spanair. Pero no apartó sus ojos de la pista. Y esperó la salida del JK5022. Todo aparentemente normal hasta que notó, casi al final de la pista, que el avión se balanceaba. Incluso le vio levantar el morro y seguidamente perder altura. Segundos después lo perdió de vista. Pero sin verle ascender. Corrió hacia la oficina. En el trayecto, en la lejanía, vio una polvareda y poco después una nube de humo negruzco. Al llegar a la oficina, pálido, solo acertó a balbucear ante sus compañeros: "El avión se ha caído, el avión se ha caído". Y empezó a llorar.