nogales
Miembro habitual
En cuanto a lo que decíais sobre el arranque con Rylance pintandose a si mismo y la verdad de la representación y tal...
Yo creo que todo va de saber mirar y saber ser. De conocerse y reconocerse. De observar y actuar . El espía ruso sabe perfectamente quien es él, y de ahí que su autorretrato sea tan fidedigno. Al mismo tiempo, es consciente del mundo en el que vive y de su situación, sabe observarlo, y de ahí que sepa retratar al resto.
Empatiza con Hanks desde el primer momento: sabe quien es y reconoce en él la constancia de aquel conocido de su padre que aguantó la somanta de hostias y sobrevivió. Sabe que es leal a unos principios y los llevará hasta sus ultimas consecuencias.
Por eso le avisa del peligro en el que se mete al recurrir al Supremo, y acto seguido, viene la secuencia del tiroteo a su casa. Y ojo, que el mamón de Spi y los Coen nos meten una coña negrísima con el hijo, que presume de haberlo hecho genial al protegerse contra la pared... igualito que el ataque nuclear! Esos contrastes humanizan mucho la propuesta y meten a la película en una dimensión diferente, todo es mucho mas cercano y creíble, algo que echo en falta en otras películas del judío que se pasan de trágicas o idealistas.
A medida que pasa el relato, Hanks se hace mas sagaz y ataca al flanco débil: el ayudante del fiscal alemán. Por lo mismo, sabe reconocer en él la honestidad de quien no tiene dobles intenciones. Y reconoce la situación del enroque en el que le están metiendo rusos y alemanes orientales y se la devuelve. El abogado que hace Koch, por cierto, está retratado por el exceso, la iluminación de su despacho es un festival kaminskiano pero ojo, aquì totalmente justificado; es un cantamañanas que trata de impresionar con su carrerita y la noche en el calabozo... pero aquí viene de nuevo el humor Coeniano; casi mejor esa celda que el piso que tenía en Berlín!
El resfriado de Hanks por cierto es otro rasgo muy típico de los Coen, el castigar a sus abnegados protagonistas con un lastre.
Pero como bien decís, no todo son happy endings ni Spielberg es tan maniqueo: para empezar, el ya referido plano contraste de los niños escalando la verja en USA puede verse como un positivo contrario a Berlín... o como una premonición de que nadie está a salvo y esto nos atañe a todos. Hanks no es que quede muy relajado al verlo.
El recibimiento del piloto es frío y en cambio en los créditos se nos informa de que el espía ruso fue respetado ,.. aunque esa será la versión oficial.
Y la familia al volver se queda abajo viendo la TV... Una representación falsa y desvirtuada! Se quedan con la TV y pasan de su padre!
Y de ahí a su mujer, que no se fija en la auténtica representación ( el retrato de Hanks por el espía ) y llegamos a la verdadera esencia y paradójica verdad:
¡Hanks ha salvado a su país pero sin representarlo oficialmente! Solo se ha representado a si mismo!
Es decir, el mundo se reduce a hombres sin bandera, individuales, solos, negociando con otros hombres.
Yo creo que todo va de saber mirar y saber ser. De conocerse y reconocerse. De observar y actuar . El espía ruso sabe perfectamente quien es él, y de ahí que su autorretrato sea tan fidedigno. Al mismo tiempo, es consciente del mundo en el que vive y de su situación, sabe observarlo, y de ahí que sepa retratar al resto.
Empatiza con Hanks desde el primer momento: sabe quien es y reconoce en él la constancia de aquel conocido de su padre que aguantó la somanta de hostias y sobrevivió. Sabe que es leal a unos principios y los llevará hasta sus ultimas consecuencias.
Por eso le avisa del peligro en el que se mete al recurrir al Supremo, y acto seguido, viene la secuencia del tiroteo a su casa. Y ojo, que el mamón de Spi y los Coen nos meten una coña negrísima con el hijo, que presume de haberlo hecho genial al protegerse contra la pared... igualito que el ataque nuclear! Esos contrastes humanizan mucho la propuesta y meten a la película en una dimensión diferente, todo es mucho mas cercano y creíble, algo que echo en falta en otras películas del judío que se pasan de trágicas o idealistas.
A medida que pasa el relato, Hanks se hace mas sagaz y ataca al flanco débil: el ayudante del fiscal alemán. Por lo mismo, sabe reconocer en él la honestidad de quien no tiene dobles intenciones. Y reconoce la situación del enroque en el que le están metiendo rusos y alemanes orientales y se la devuelve. El abogado que hace Koch, por cierto, está retratado por el exceso, la iluminación de su despacho es un festival kaminskiano pero ojo, aquì totalmente justificado; es un cantamañanas que trata de impresionar con su carrerita y la noche en el calabozo... pero aquí viene de nuevo el humor Coeniano; casi mejor esa celda que el piso que tenía en Berlín!
El resfriado de Hanks por cierto es otro rasgo muy típico de los Coen, el castigar a sus abnegados protagonistas con un lastre.
Pero como bien decís, no todo son happy endings ni Spielberg es tan maniqueo: para empezar, el ya referido plano contraste de los niños escalando la verja en USA puede verse como un positivo contrario a Berlín... o como una premonición de que nadie está a salvo y esto nos atañe a todos. Hanks no es que quede muy relajado al verlo.
El recibimiento del piloto es frío y en cambio en los créditos se nos informa de que el espía ruso fue respetado ,.. aunque esa será la versión oficial.
Y la familia al volver se queda abajo viendo la TV... Una representación falsa y desvirtuada! Se quedan con la TV y pasan de su padre!
Y de ahí a su mujer, que no se fija en la auténtica representación ( el retrato de Hanks por el espía ) y llegamos a la verdadera esencia y paradójica verdad:
¡Hanks ha salvado a su país pero sin representarlo oficialmente! Solo se ha representado a si mismo!
Es decir, el mundo se reduce a hombres sin bandera, individuales, solos, negociando con otros hombres.