COPPOLA

Pues acabo de ver la tres. Sí, Pacino está bien pero no llega a los niveles históricos de aquélla y se columpia a veces. Sí, la Coppola está mal. Sí, el nuevo Hagen nos da igual y Andy García, correcto, no es Caan. Sí, la película tiene secuencias de acción muy faltas de la solemnidad y temor de las originales, queriendo complacer al espectador noventero. Y sí, no está tan bien montada...

...pero es una película formidable. Visualmente sigue muy arriba, Willis da buen despliegue, la idea de meter a la iglesia es fabulosa y Pacino no es tan buena gente, sólo se está mayor y enfermo.

La revisión me ha ganado y es una secuela tardía que merece pertenecer a la bilogía, no como los dos últimos Indy.
Has visto la CODA supongo?
 
No, el montaje original. Luego vi los cambios de la Coda en Youtube y creo que me quedo con el original, aunque no están mal planteados.

Pero vamos, vaya trilogía, amigos. Merece toda la fama que tiene. Y hay una cosa que me chifla de Coppola como director: se quita del medio. Hace un trabajo muy activo en todo lo que llena el encuadre pero con éste se limita a "molestar" lo estrictamente necesario. Y con la música y el sonido igual. Una limpieza que le viene muy bien a esta historia, que se aleja de lo académico por lo solemne del encuadre. Eso sí, es muy malo con las secuencias de acción. Siempre lo ha sido. El mordisco en la oreja, la paliza de Sonny y varios momentos más, que hubieran sido oro en manos de Scorsese, aquí se salvan por lo valioso del texto y los actores pero él casi los funde. Y en la tres ni te cuento. Menos mal que son obras donde la violencia es verbal y de mirada, si no se la carga.

Da igual. Este tío es uno de los grandes.
 
Pacino no es tan buena gente, sólo se está mayor y enfermo.
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Eso sí, es muy malo con las secuencias de acción. Siempre lo ha sido.
¿En serio? ¿Ni en Apocalypse Now te convence?

la paliza de Sonny y varios momentos más, que hubieran sido oro en manos de Scorsese, aquí se salvan por lo valioso del texto y los actores pero él casi los funde.
A mí me parece formidable (casi todo en plano general).

Supongo que lo dices por el puñetazo al aire, aunque yo no descartaría una toma tan buena por un detalle así.
 
El plano es bueno, pero las hostias no se pueden diseñar tan mal. No es una hostia al aire, son demasiadas.

En Apocalypse, tengo que revisionar y te diré!
 
Por cierto, los 40 minutos finales de El Padrino 3 son pura épica...

...eso sí, toda la subtrama de Diane Keaton tenían que haberla quitado de la película.
 
No hablas de la Sofia, la ilustrísima daughter? esta hija de puta casi se carga el padrino III.
 
Michael humillando a Tom Hagen en la dos es épico, hay una secuencia en la casa cuando llegan los tios de Hyman Roth cuando directamente le echa sibilinamente de la sala.
 
EL Padrino 3 me parece solo un poco mas baja de nivel que las dos primeras, vaya parte final tan tremenda tiene, Sofia y Andy son lo mas flojo, pero tambien es verdad que habian pasado dos decadas,los 90 imponian otro estilo de cine, se nota en las escenas de accion.
 
Antes que otra cosa, La ley de la calle es un colosal ejercicio de estilo y de experimentación visual, pura ensoñación, desmitificación de un imaginario nostálgico como es el de las bandas juveniles callejeras. Coppola estiliza hasta el extremo una imagen en blanco y negro donde irrumpen tan sólo las notas de color de unos peces en un acuario, convertidos en metáfora de unos perdedores atrapados en una prisión invisible, anhelantes de una libertad que se expresa en la idea del mar. Sin embargo, nuestras vidas son los (sucios y turbios) ríos que van a dar a la mar… que es el morir.

Como protagonista, Matt Dillon vendría a ser un nuevo Brando, un chulo adolescente que aspira a revivir ese mundo romantizado de las bandas; de rebeldía, héroes como de western capaces de sus propias grandes hazañas, de actos de camaradería y valor, enfrentados a la banda rival de turno. Ser guay y pasárselo muy bien con los colegas, con la chica de la peli, que es buenecita, sensata a la par que muy guapa y está muy buena, como descanso del guerrero y brújula moral. Un momento efímero que pasó para dejar sitio a la degradada realidad de la heroína, pero del que quiere formar parte para no sentirse solo, dar un significado a su desamparada vida y emular un referente de masculinidad, dureza y liderazgo; su hermano mayor, el legendario “chico de la moto”.

Los personajes dejan de ser tales para alzarse como estereotipos o mitos, reconocibles con apenas una frase, un golpe de vista; el amigo macarra (irreconocible Nicolas Cage), el empollón, el sabio de la barra del bar. Alusiones, igualmente míticas, a la figura de Casandra, al flautista de Hamelín.

El hermano (un muy contenido y también irreconocible Rourke) es otro ser mítico e idolatrado; un iluminado por encima del bien y del mal, le sobran las palabras, huido a un paraíso californiano que quizá no exista. Sabe que está condenado, que es imposible o absurdo ser el líder si no hay nada que liderar, salvo un último gesto redentor. El tono es decididamente elegíaco, es el fin de la ingenuidad (la de un protagonista que no se entera de nada o lo hace demasiado tarde), de la juventud que se quema rápido entre la violencia y el vivir deprisa, pálidas sombras y espectros, presencias que son ausencias; la constante de los relojes, la cámara rápida, el tiempo que avanza inexorable sobre una ciudad que permanece impasible, como unas bolas de billar que dan vueltas y se golpean, en un baile azaroso.


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La policía como pura presencia del mal, secundarios (Waits, Hopper) tirando también hacia lo mágico-grotesco. Secuencias concebidas a la manera casi operística y deudoras de un Welles: la pelea en el subterráneo, la feria y el bullicio de la calles… todo rodeado de sombras, niebla, capturado mediante encuadres imposibles y barrocos en su expresionismo, con fugas al realismo mágico y un hilo de sonido inquietante, insidioso, emulando el cineasta la mirada ausente de color del antihéroe de la historia; al igual que este, un alucinado visionario que se devora un poco a sí mismo, de vuelta del cine y de todo, que pone todo su talento al servicio de… ¿Qué? De una obra ensimismada que no termina en enganchar en términos narrativos convencionales, aunque sí que lo hace a ratos por la pura fuerza de su envoltura visual, sensorial.

En cambio, Rebeldes se aleja del vanguardismo y vendría a ser un cine adolescente y generacional más normalito, que pudiera pasar por una versión muy estilosa y a la americana de nuestro intransferible cine quinqui. No, desde luego, desde un realismo descarnado, pues sigue teniendo bastante de evocación artificiosa, por mucho que los temas sean duros y muy reales, pero aquí sí que hay personajes propiamente dichos, con sus nombres molones (Sodapop, Ponyboy…) aunque quizá no tan carismáticos y entrañables como se pretende, como si la película no dejase del todo espacio para su lucimiento (veo que hay distintos montajes). De hecho, siendo conocida como cantera de algunos de los rostros masculinos más conocidos del Hollywood ya no tan actual, gente como Tom Cruise sale prácticamente haciendo bulto… o ese dramita del “hermano del medio” que parece esbozado y resuelto como a última hora.

“Coming on age” puro, en torno a estas pandillas que quedan para pegarse e incluso para matarse si surge la ocasión, con tremendas carencias educativas y familiares; son carne de cañón, adultos antes de tiempo, pero los lazos fraternos, de sangre o no, que se establecen entre ellos son un intento por sustituir a las familias que les faltan por azares de la vida. Son los años 50 y la lucha es entre pijos y engominados, subculturas muy marcadas y determinadas por la clase social; una barrera que por breves instantes puede superarse, en especial de si chicas guapas se trata, o cuando llegan a conocerse de verdad y se reconocen como en el fondo iguales unos a los otros... pero que no puede evitar perpetuarse a largo plazo.

La sala de cine enmarca el relato retrospectivo y circular que es la película. Muestra Coppola, aunque intermitente, su destreza visual, haciendo uso de fuentes de luz, de música rockera de la época. Sacándosela en secuencias tan potentes como las de la fuente, con esa sangre invadiendo el encuadre, la iglesia abandonada en el campo; lugar de confesión a modo de paréntesis, en un homenaje directo a “Lo que el viento se llevó” (guerra entre una y otra América, a fin de cuentas, o misma lógica a pequeña-gran escala), con esas siluetas recortadas en un crepúsculo naranja… también un lugar donde la expiación cobra la forma de un incendio fatídico, en otra escena brillante.


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La pelea final, entre el fuego, la lluvia y el fango; violencia que conduce a un callejón sin salida, impulsividad y azar que lo mismo te llevan al asesinato sin darte cuenta, o bien te convierten en un héroe, así un poco a lo tonto. Hay un deseo de huir, de poner fin a esa violencia, en el fondo absurda y sin sentido. Chavales que tienen el bien y el mal dentro sí, enfrentados a cuestiones morales complicadas para su corta edad y que a veces no puede evitar exteriorizar al niño que son, una inocencia precaria en medio del horror. Como el tal Dallas (Dillon) en su calculada ambigüedad, sus actitudes chulescas con el sexo opuesto que hoy no pasarían filtro alguno; es el canalla irresistible, pura dinamita, o dureza mezclada con vulnerabilidad contenida y huida hacia adelante. El fondo de todo esto es amargo, poco complaciente (todo el via crucis del pobre Macchio, sin ir más lejos...), y sin embargo sobresale cierta cursilería un poco lacrimógena, con esa carta final, esas sobre-impresiones que dan toda la urticaria del mundo… no sé yo.
 
CORAZONADA

Me ha sorprendido bastante que, tras tener la opción de ver la versión Reprise, la cinematográfica original y la de 2003 me quedo, pero por mucho, con la original. Sobre todo con el principio. Es más, en cada retoque de esta película, me parece que Francis la ha ido estropeando cada vez más. Me parece bastante más orgánica su relación, comenzar ya desde prácticamente el principio con su artificiosidad y sus fundidos y sobre expuestos cuando en las versiones posteriores empezamos en un entorno más realista para entrar de repente en studio fantasy land. Me gusta mucho más que empiece presentándonos a sus amigos desde el inicio, sus personalidades y sus diferentes ambiciones antes de hacerlos chocar en casa. La manera en la que la relación está rota desde el principio. Perdemos lo de la casa y Bora Bora, pero creo que Coppola transmitió el estado de la pareja mucho mejor entonces. Parece que Francis ha priorizado en sus ediciones posteriores una lógica narrativa, perdiendo toda la poesía. Probablemente estoy en minoría, y la gente pensará que estoy loco, pero es la película de este director en la que con mayor diferencia hacia la versión original bascula mi preferencia y en calidad. De lejos. Lo contextualiza todo y pone el film mucho, pero mucho más cerca en mi estimación de sus clásico setenteros de lo que ya estaba.
 
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