No quiero entrar en polémica de lo justo o no de la sentencia, porque no soy jurista; no sé si es violación, abuso o confusión, y cuál es la pena necesaria. Personalmente me parece poco, teniendo en cuenta que el año que viene podrán solicitar el tercer grado y que el marco jurídico sobre el tema (he visto el vídeo de la abogada), sigue dejándome muchas dudas al respecto de lo que supone el uso de la fuerza o la intimidación, ya sea por acción o por omisión.... Tampoco voy a seguir debatiendo el tema, escribo esto porque necesito decirlo.
Solo quiero añadir algunas ideas que se derivan del caso, aplicándolo al marco en la sociedad en la que vivimos y cómo deberíamos leer ciertas cuestiones. La principal resulta lógica, dada la repercusión que ha tenido el asunto, aplicado a "la calle habla", como se está comentando al respecto de la turba que pretende amoldar las leyes a la voluntad del ciudadano. Sacar esa conclusión es quedarse con el grito de la masa enfurecida, que no es tanta, y flaco favor haríamos al escucharla o declararla como portavoz de un todo social. La masa puede gritar hasta quedarse afónica. Lo que hay en la calle, el debate, pero sobre todo en el estado mental de millones de mujeres de este país, no tiene nada que ver con eso. Si de verdad no tratamos de entender los motivos o el porqué del malestar de esta sentencia, insisto en que tenemos un problema; todos.
Ha sentado muy mal, y no a un grupo sectario de locas del coño, no a las feministo-marxistas radicalizadas, ni siquiera a la turba-twittera. Todo eso ya me lo conozco. Estoy hablando de mujeres de todo tipo y condición. Izquierdistas y peperas. Señoras tan cercanas a Podemos como Dolores de Cospedal, Ana Patricia Botín o las monjas del convento de la esquina. A la calle salieron ese día miles de chicas que ni siquiera tienen opción política, no las de siempre. Y tampoco se trata de un golpe a la judicatura, como señalan los ideólogos del caos, aunque reconozco que muchos tratan de aprovecharlo remontando ese Pisuerga. La realidad es que las mujeres se han sentido y se sienten completamente abandonadas y desprotegidas por la justicia en este tipo de delitos. No en este en concreto. Este no es más que el síntoma que nos indica que hay un problema larvado. No tengo claro si vivimos en una “cultura de la violación”, pero tengo por seguro que vivimos en una sociedad machista y en la que si que existe una cultura de la impunidad. Y mucho del movimiento feminista lo que pretende es visibilizarlo, darle nombre porque existe. Conozco muy pocas mujeres, por no decir ninguna, que no haya tenido un encuentro desagradable de naturaleza sexual. O aún peor, lo vivan a diario. Minimizar eso protege al agresor.
No es un caso aislado de violación en un marco festivo, es un hecho social que se perpetúa, y del que antes no se hablaba. Porque nadie escuchaba. No necesito entrar en twitter a que me lo digan. He estado en suficientes fiestas de pueblo o celebraciones como para verlo con mis propios ojos. Lo que las mujeres piden es que la justicia no las desampare. No ser otra Nagore, sin ir más lejos. Misma fiesta, San Fermín hace 10 años y asesinada a hostias después de ser violada. Resulta increíble que sea necesario que exista una violencia para que la cosa resulte incuestionable. Nagore murió a golpes por decir que no quería seguir adelante. Una confusión o un malentendido dijo su asesino. Ante este tipo de cuestiones me asaltan muchas dudas. Como el robo del teléfono y que la dejaran tirada en un portal como un fardo. Me es imposible de creer que no supieran lo que habían hecho. Huyeron como putas ratas del naufragio. Son hechos que tampoco se tienen demasiado en cuenta.
Resulta muy evidente que hay un proceso en marcha, podemos ignorarlo o minimizarlo pero eso no lo va a parar. Y lo que se le pide a la justicia no es legislar en caliente o adaptar leyes de forma electoralista; es proteger a la mitad de la población que se siente completamente marginada en según qué delitos. Podéis comprobarlo; preguntad a cualquier mujer que tengáis cerca y escuchadla, en vez de perder el tiempo en twitter elevando cualquier rebuzno a categoría general de lo que piensa el mundo.