En los libros de historia esta película sera recordada como el film académico del señor Fincher.
Para un seguidor (alabador) del cine de este hombre esta película te produce multitud de sentimientos encontrados: vaya por delante que no es una bazofia de las que estila gente como Ron Howard o Iñarritu por citar uno de las grandes bluff de los últimos años, pero es un film sin garra donde el siempre omnipresente Fincher no se le reconoce en ningún plano o secuencia de la película, la puesta en escena algunas veces es horrorosa, sobretodo las concernientes a la vieja y su hija en el hospital perfectamente sacadas de un melodrama francés de tres al cuarto, y donde el uso minimalista de los efectos especiales en Zodiac era todo un acierto aquí quedan en ridículo con esos fondos estáticos que dan absoluta grima.
En su primera hora hay que reconocer cierta maestría en la narración, con algunas pinceladas que recuerdan vagamente al mejor Spielberg de E.T. pero luego la narración se va haciendo cada vez más pesada, más convencional, a medida que el personaje rejuvenece la peli pierde interés a pasos agigantados. La peli deja una sensación de que no tiene el tono que debería, no conozco la obra en que se basa pero al ser contada y narrada como si de un cuento mágico se tratase uno no puede evitar pensar que habrían hecho otros directores con este material en sus manos: el actualmente denostado Tim Burton por poner un ejemplo.
En definitiva, queda una película que para su duración pierde el rumbo demasiado pronto y que deja un regusto de indefinición bastante amargo.
Fincher filmó el año pasado una película monumental cuasi-insuperable en los tiempos que corren y el hecho de que no recibió los aplausos que merecía le hicierón pactar con el diablo y hacer esta película, Benjamín Button es a David Fincher lo que Titanic a James Cameron.