Las piñas de Manu (parte III) - Disquisiciones filosóficas.
Bueno, tras reponerme de la expedición de ayer (por cierto, una mierda pal Ibuprofeno, Kores), procedo a relatar los hechos acontecidos.
No obstante, antes quisiera ponerme trascendente. Un poco. Esto del mountain bike (dejémonos de mariconadas de BTT o MTB), es un deporte con filosofía. Si, si, con filosofía. Te hace preguntarte cosas. El campo, la sensación de libertad, ese explorar tus límites... te hacen dar vueltas a la cabeza y llegar, tras un arduo proceso de meditación, a conclusiones. Al menos, yo he llegado a una: soy un mierda.
Si, si, un mierda. Como suena. Hasta ayer, yo iba todo feliz por la campiña, con mi bici de tres mil euros, sintiendo esa sensación de velocidad, el viento en la cara, pensando que eres un máquina por hacerte tantos kilómetros... pero algo rompió esa magia. De forma brusca, dolorosa, inesperada. Un gordo de doscientos kilos a la canal pasándome como si fuera parado. Ojo, los que me conocen saben que no soy de los que usan términos despectivos para referirse a la gente. Es descriptivo. El tipo estaba gordo. Lo afirmaban sus carnes saliéndose por ambos lados del sillín y su camiseta de licra a punto de explotar. Y el cabrón (de nuevo estoy siendo descriptivo) me sacó las pegatinas de la bici... en una subida.
Caray, diréis vosotros... no es para tanto. Estaría en forma. Sería doscientos kilos de puro músculo. Y una mierda. Arríba del cerro había otro tipo dándole voces para que espabilara. Si él tenía que espabilar... ¿qué tenía que hacer yo? ¿Irme a casa en autobús?
Pero es que la cosa no quedó ahí. Ayer me pasaba todo Dios. Si mi abuela tuviera bicicleta, me hubiera pasado también. Que digo bicicleta... en silla de ruedas me hubiera pasado.
Joder, me humilló hasta una CHICA, una hembra, una miembra del sexo femenino... me tuvo siete kilómetros detrás de ella hasta conseguir pasarla (eso es la definición de "victoria pírrica"). Y lo peor: su novio caracoleando alrededor de ella (te paso, retrocedo para verte, te doy ánimos, vuelvo a mi velocidad norma, vuelvo patrás...). Hay que joderse.
No voy a buscar excusas. Podría decir que ayer salió un club de gente entero con mucha preparación, se disgregaron, y a esos me encontré. Podría decir que el gordo fué ciclista profesional antes que gordo. Podría decir que la etapa de ayer fue la más dura que he enfrentado hasta ahora. Podría decir que la chica era en realidad Indurain hormonado. Podría decir que hacía un calor infernal. Pero eso sería engañarme. La cruda realidad es que soy un mierda.
Pero bueno, una vez asumido esto y lamidas las heridas, pasemos a la crónica.
Ayer decidí ir de una vez a Medina. Siempre la había rodeado, sin atreverme a enfrentarla de lleno. He estado cerca, pero nunca metí mano a famosa "cuesta de Medina", la que da acceso al pueblo y es temida y respetada a partes iguales. No en vano aquí entrenan varios equipos de ciclismo de carretera profesionales. Son cerros matadores, rematados por una subida final tremenda para llegar al pueblo. Allá que vamos. Con dos cojones.
Esta vez llevaba todo preparado. Hasta una cosa que nunca había llevado, y que Pelanes (y una libélula) me recordaron: las putas gafas de sol. Así que desempolvé mis Oakley... y a correr. Ningún bicho de mierda me fastidiará hoy. Jajajaja, sufrid, malditos, mientras os estampáis en el duro cristal (bueno, plástico) de mis gafotas... Plas. Un bicho. En tol labio. El cabrón se me ha quedado pegado. La madrequelo... ¡¡¡¡¡AAAAAAHHHHHHHHHHH...!!!! ¡¡¡CABRÓOOOOONNNNN!!! El hijoputa me ha mordido. Que cojones... Frenazo derrapando, y me saco el puto bicho de encima como puedo. Hale, el labio a la virulé. Que cojones sería eso...
Pero ya no me pasa más, ya no, tanta mala suerte no... (pienso mientras subo boqueando un cerro y llego a la cima). Ahora bajo esto a toda hostia, y... Zasca. Un bicho del tamaño de una canica me entra a treinta kilómetros por hora por la boca y se me introduce hasta la campanilla. Otro frenazo del copón (si no me he caido ya, es que hoy no me toca, que equivocado estabas, Manuelín). Que cojones... arcada, tos... trago y padentro. A la mierda. Proteinas. A lo mejor por culpa del bicho se me descompuso el estómago y por eso he ido len... ¡MANUEL! ¡Que no busques excusas, joder! Vaaaleeeeee...
Sigo. Esta parte de la ruta ya me la conozco, así que voy confiado. Este arroyuelo lo pasé el otro día pedaleando sin problemas, no sé por que estos dos pringaos van a pata... ¡Mete la reductora, chavaaaaaal! Anda ya, si sabré yo que por aquí se p... Rueda clavada en barro pringoso y Manuel a suelo. Menos mal que al menos no llevaba los automáticos. Pero me meto en la pringue hasta los tobillos. Bueno, al menos nos echamos unas risas. ¿Donde vais? A Medina, a la venta de abajo. ¿No subís? Anda ya, tustasloco, con tomarnos unas cervecitas abajo nos conformamos. Risas. Seguiré con estos a ver que tal. Son unos globeros, pero al menos son simpáticos.
Anda, mira, en llano me los como...
Paréntesis: Eso es cierto. Llaneando, lo cierto es que no voy del todo mal (en ese momento). Y bajando, tampoco.
Les saco unos metros, y afronto un repecho. Reduzco. Reduzco. Vuelvo a reducir. Resoplo... Y me pasan como una locomotora. Llegan arriba y me esperan. Bajamos a toda ostia. Llega el siguiente... y lo mismo. Seguid vosotros, que a mi me da la risa. ¿Seguro? Si, si, seguro, que voy a beber algo. La madre que os parió... Primera humillación del día. Aún no era consciente.
Luego de esta, vinieron más. La del gordo, por ejemplo. Pero de eso ya hemos hablado. Corramos un tupido velo y dejémoslo en el pasado.
Sigo palante. Llego a las estribaciones de Medina. Pero veo que la gente tira por la carretera, y el camino va por otro lado. Espera, voy a preguntar a ese tipo que está parado en el coche y me mira. Todo elegancia, quito el automático del pie izquierdo, y me dispongo a tomar tierra. Y bien que la tomé. La bici se me va para el derecho, y caigo en un montón de tierra rojiza y polvorienta que se levanta medio metro y me reboza cual croqueta. El tipo esboza una media sonrisa. Cabronazo... Decido que el saber por donde ir está sobrevalorado, y tiro por el camino más fácil sin preguntar: por donde todos tiran. A la mierda.
Y lo cierto es que no empecé mal. Tampoco es para tanto, esto, ¿eh? Será que ya estoy haciendo músculo. Dulce inocencia... Al poco, me encuentro en una encrucijada. Lo que parece ser la carretera antigua de acceso al pueblo, y la nueva. La nueva me da más cosa por los coches, así que cojo la antigua. Aunque otros ciclistas tiran por la nueva. ¿Por qué? ¡Bah! Pronto comprendí por qué.
La nueva mantiene una pendiente criminal, pero constante. Va bordeando la ladera, serpenteando. La antigua... se tira a tumba abierta. Parriba que te crió. Recta. A media cuesta, pensé que se me salía el corazón por la boca. Y encima, de una finca me sale un puto perro. Me asusto, echo pie a tierra (mi velocidad debía ser de 2 Km/h), y era un puto caniche. Pero cuando trato de subir de nuevo a la bici... no puedo. Es imposible arrancar sin perder el equilibrio. Así que a medio camino, me doy por vencido e inicio el retorno. Bueno, he estado cerca.
Me tiro y decido no tocar los frenos, como alguien me aconsejó. Cuando me doy cuenta... voy a 49 kilómetros por hora. Y no puedo frenar en seco, obviamente. Pese a que la general está ahí mismo. Pues va a ser que si que puedo frenar en seco... si no quiero atravesarla a las bravas. Así que tiro de manetas... y quién dijo que los V no frenaban. Ostia, si frenan... las dos ruedas clavadas, y yo derrapando como un maestro del patinaje. Aplico el principio ABS, y suelto, tiro, suelto, tiro... y me detengo a centímetros del cruce. Soy el puto amo. Je. Jo. Juas. Pringao.
Vale, retomo los cerros de la muerte. Pero como he descubierto que soy un maquinorro (iluso de mi), decido bajarlos a saco. Me lanzo por el primero, treinta y pico km/h por un terreno inconsistente de grava y bacheado, veo que tengo poco (muy poco) control. Pero soy un machote. O eso creía. Tio mierda.
A media bajada, veo horrorizado que alguien ha tapado un bache con una mezcla de arena de playa, ladrillos machacados, y material diverso. Pero sobre todo... eso parece arena. Intento corregir trayectoria, pero no puedo, Quito las manos de los cuernos, e intento frenar... demasiado tarde. La rueda trasera me patina y la arena me escupe a toda velocidad. Vuelo por los aires... y ostión del diecisiete. Otra vez del lado del otro día. No me atrevo ni a moverme. Encima, estoy bajo unos arbustos, y desde la carretera no se me ve. Pero oigo a otro bajar a toda leche. Menos mal, a ver si me ha visto caerme y me ayuda. ¡¡GGGGRRRRRRRIIIIIIIIIII....!!!!! ¡¡FRRRRRRRRZZZZZZZZZ...!!!! ¡¡PLONC, CRASH, PLOFFFFFFFFF....!!!!!!!!! Se mete otra ostia del calibre de la mía, en el mismo sitio, y viene a caer a un metro de mi. Nos miramos, nos secamos las lágrimas, y empezamos a descojonarnos...
Bueno, intento seguir. La verdad es que bastante dolorido. Pero hago acopio de fuerzas y... comienza la puta tortura. Entre el dolor y el cansancio, me pasa todo el mundo y... ¡¡MANUEL!! ¡¡SIN EXCUSAS!! Vale, vale, valeeeeeeeee...
A duras penas llego a San Fernando. A tiempo de ver como el puto tren se va sin mi. Me queda una hora de espera. Me siento en el único sitio medianemente habilitado para un ciclista dolorido y lleno de polvo y barro: una pequeña sala solitaria en desuso. Entra un perro. Me mira. Se acerca a menos de un metro y me vuelve a mirar. Y se caga. Es una señal. Soy un mierda.
Decido que esto es demasiado, cojo la bici, y decido hacerme los últimos 15 Km. montado en ella, como los machotes. En ese tramo es cuando me encuentro a la chica. La madre que la p...
Al final, maltrecho física y moralmente, llego a casa. Aún estoy en recuperación. Del alma, digo. Los arañazos se curan. Salvo la grava que tenía incrustada en el culo y aún estoy sacándome con sudor y lágrimas, cagontó...
Manu1oo1