Por último (y ya dejo de dar la brasa por un tiempo), después de lo que ha pasado en Barcelona, de las conversaciones que hemos compartido por aquí últimamente, y a propósito de la entronización del tan ensalzado laicismo... voy a atreverme a recomendar (para el que no lo conozca) un libro de Karen Armstrong (recientemente galardonada con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2017, que se entregará en un par de meses... Yo estoy deseando escuchar su discurso) titulado "Los orígenes del fundamentalismo en el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam" (precisamente editado, en España, por Tusquets).
Como siempre, ni de coña comparto todo lo que en él se dice... pero incluye una interesantísima reflexión sobre cómo el laicismo llevado a su extremo, al pretender eliminar el mytos de forma radical, lo que hace es exacerbar los fundamentalismos (el ser humano necesita del mytos en algún grado). Si desligas la razón de la tradición, si la haces completamente autónoma, sus verdades se vuelven indiscutibles... y por lo tanto, acaban siendo impuestas de forma dogmática. Eso no sólo provoca una reacción en contra sino que, además, la razón sin freno acaba por convertirse en algo completamente irracional, en un nuevo y peligroso mytos (el S.XX da buena cuenta de ello). La razón debe ser domada siempre por la voluntad de la experiencia, la tradición, el instinto... Es lo que Ratzinger decía al hablar de "patologías de la fe" y de "patologías de la razón". Al final, como siempre, en el término medio está la virtud...
Como siempre, ni de coña comparto todo lo que en él se dice... pero incluye una interesantísima reflexión sobre cómo el laicismo llevado a su extremo, al pretender eliminar el mytos de forma radical, lo que hace es exacerbar los fundamentalismos (el ser humano necesita del mytos en algún grado). Si desligas la razón de la tradición, si la haces completamente autónoma, sus verdades se vuelven indiscutibles... y por lo tanto, acaban siendo impuestas de forma dogmática. Eso no sólo provoca una reacción en contra sino que, además, la razón sin freno acaba por convertirse en algo completamente irracional, en un nuevo y peligroso mytos (el S.XX da buena cuenta de ello). La razón debe ser domada siempre por la voluntad de la experiencia, la tradición, el instinto... Es lo que Ratzinger decía al hablar de "patologías de la fe" y de "patologías de la razón". Al final, como siempre, en el término medio está la virtud...