Puede contener LEVES SPOILERS sobre Qué verde era mi valle.
Qué verde era mi valle es una de mis películas favoritas, y seguramente sea también la que más me gusta de Ford. Todos sus personajes tienen una humanidad tan profunda -marca de la casa- que son tan reales como para salir de la pantalla. Sólo la introducción del pueblo minero y esa anciana con la cara llena de arrugas mientras el narrador dice aquello de que "ninguna cerca ni reja rodea el tiempo pasado" es historia del cine, y es arte con todas las letras. Las vertientes social y religiosa están tratadas con una honestidad, con una verdad, que ya quisieran muchos que se las dan de reivindicativos frente al "carca" de Ford. En ningún momento se cae en el panfleto, y por eso las aspiraciones de los mineros son tan cercanas y creíbles. Es que hay tanto que decir... esa impresionante figura materna, que dice que sus hijos estarán siempre en casa aunque se hayan ido a ganarse la vida fuera, ese retrato de la sociedad y las costumbres del Gales (¿era Gales?) decimonónico... Lo único malo, los grititos del protagonista y su hermana al principio de la película, que ponen los pelos como escarpias, y no precisamente de la emoción.