RAOUL WALSH.

Al rojo vivo

Tras planear el asalto de un tren, el delincuente Cody Jarrett (James Cagney) consigue ir a la cárcel en lugar de ser ejecutado. Un policía se hace pasar por prisionero para ganarse su confianza, y tenderle una trampa a él y a su banda.

Memorable película de gángsters protagonizada por un Cagney inmenso en todos los sentidos, dando vida a un villano falto de escrúpulos, inestable y enloquecido, cuyos trastornos psicológicos y dependencia enfermiza hacia su madre le convierten en un personaje tortuoso y memorable dentro del cine negro. Actor pequeño y feo, pero capaz de revelar una agresividad y mala leche que sobrecogen; para muestra, la escena de él a punto de estallar en la prisión, o sin ir más lejos, el absolutamente febril desenlace tras el que escupe una de esas frases, “¡Lo conseguí, madre, por fin he llegado a la cima del mundo!”.

Traiciones internas, infiltraciones, diálogos mascullados furtivamente, planes de robo, de huida y de captura... el guión reune todos estos elementos a lo largo de dos horas sin que nada rechine. O sí; la parte final, aunque ejemplar en sí, la encuentro un poco pegote en relación con lo demás. En cualquier caso, el maestro Walsh hace gala de su principal seña de identidad, una habilidad narrativa tremenda para contar la historia con rapidez y efectividad, presentando personajes y motivaciones. El resultado, una película que no deja lugar a lo gratuito y cuya incómoda violencia se hace palpable, pese (o gracias) a su intermitencia en pantalla (conocidas son las cuestiones de la época al respecto). Por otra parte, sorprende la femme fatale de turno (Virginia Mayo), tan falta de luces y vulgar para lo que suelen ser estas vampiresas del género

Sin lugar a dudas, se trata de un título imprescindible para saber lo que es el cine negro estadounidense, la turbiedad y la tragedia que son su sello indiscutible.
 
Bueno, pues aprovechando la (excelente) primera entrega del dossier que dedican este mes en la Dirigido por al maestro Walsh, ayer cayó revisión de Murieron con las botas puestas, auténtico epítome del cine épico, viril y castrense que tanto se echa de menos en la actualidad (no, 300 no cuenta); un delicioso cantar de gesta al que poco le importa (a mí tampoco) mantenerse fiel a los hechos históricos que retrata (como en El Cid).

Lo cierto es que me he pasado todo el metraje con cara de idiota, con una sonrisa de oreja a oreja (cuando no carcajadas) y completamente hipnotizado por el ritmo implacable e inmisericorde del que hace gala la película, y que Casas relaciona (con mucho tino) con el concepto (que él denomina) de "transitoriedad" (utiliza el inmejorable ejemplo de la elipisis de la muerte del suegro entre boda y hastío) y que, en última instancia, no es más que un fiel reflejo de la propia personalidad (inquieta) de Custer, para el cual sólo existe el efímero presente (la muerte no importa; sólo la gloria postrera que saborea romántica y platónicamente en vida... aquí y ahora).

Independientemente de sus constantes (magnificencia, elevado sentido del honor, convicción absoluta, arrojo, valor, desprecio por atajos y ayudas ajenas), el carácter indómito y anárquico del personaje protagonista sufre una evolución clara (plasmada con delicadeza y, sobre todo, perspicacia), desde el ingenuo y arrogante cadete del inicio hasta el lúcido y disciplinado caudillo del final, que entronca con una visión sumamente ideológica de Walsh, en la que parece retratar un cierta filia por un corporativismo orgánico (que, en esa época, encuentra su referente más claro en los movimientos de corte fascista... referente falso, claro) donde los rudos, salvajes y esencialmente libres ciudadanos norteamericanos no dudan en ponerse voluntariamente detrás de un líder natural con el que conforman un ente de moralidad superior al anquilosado y despreciable entramado burocrático que dirige el país (y para el que Custer no sería más que un desgraciado útil o un molesto tocapelotas, según las circunstancias).

No es de extrañar que, después de la crisis del 29, amplios sectores de población dirigieran su mirada hacia otras formas de organización social, política y económica, como tampoco lo es esa visión llena de repugnancia hacia los desmanes del capitalismo que se desprende de la mirada de Walsh y que tanto recuerda a situaciones de hoy en día (mención especial al cómico momento en el que Custer manda enérgicamente a la mierda al sastre pelmazo; un claro precedente de las agresivas y repugnantes técnicas de márketing actuales... casi dan ganas de ir por la calle haciendo llaves de judo a lo Robert Stack en Aterriza como puedas). Hay algo absolutamente contemporáneo en esta película (que tiene ya setenta y cinco añazos); en el retrato grotesco de esos malvados y malintencionados gerifaltes que se aprovechan de la ingenuidad natural de los demás para hacer su agosto. Por ejemplo, lo de filtrar a la prensa la falsa presencia de oro en Black Hills para que se produzca una invasión de hombres blancos (que serán masacrados como corderos a manos de los indios) y justificar la subsiguiente campaña militar con la que poder por fin apropiárselas para que pueda pasar el ferrocarril, no deja de recordar a las famosas armas de destrucción masiva de Irak... y, en ese sentido, está también lo de que esa misma gente le venda armas de fuego a los indios o tenga contratos y concesiones para comerciar en esas tierras conflictivas.

La premisa original, que establece un cierto paralelismo entre los salvajes y los nazis, se puede aplicar hoy en día a quienes todos sabemos. Esa comprensión y hermandad entre Custer y Caballo loco como líderes naturales y sin contaminar por parte de los entramados sociales y financieros vuelve a remitir a los regímenes (supuestamente) orgánicos tan en boga en aquella época. Custer aprende (y finalmente enseña a los suyos) el valor de la disciplina, el sacrificio, el orgullo, el sentirse parte de algo... "No luchan por trece dólares la hora" le replica al corrupto potentado que los (nos) prefiere borrachos, blanditos, débiles, maleables...

Tal vez estoy metiendo la pata (no he leído casi nada sobre la biografía de Walsh) pero, como digo, de la relación entre ambos jefes se desprende cierto respeto (comprensión... incluso admiración; error imperdonable en el que cayeron muchos demócratas en esa época) hacia la Alemania de entonces, la de "los alemanes comen patatas, no oro" (recordemos que el propio Custer era hijo de inmigrantes germanos y que aún no se conocían las atrocidades del Tercer Reich... ¿Tal vez tenga algo que ver la sombra de Griffith, para el que trabajó de manera decisiva en Birth of a Nation... incluso interpretando al asesino de Lincoln?), y una poderosa animadversión a la clase económica dirigente de su propio país (¿antisemitismo?).

Hay también (en el comienzo) mucho de ese anarquismo de derechas al que alude también Casas (y cuyo representante fílmico más obvio hoy en día sería, con muchos matices, Eastwood... la loa, por ejemplo, a otro personaje valeroso, puro e ingenuo en American Sniper); pero el destino inevitable de ese (anti)sistema es derivar hacia una suerte de caudillismo natural, evolución que en esa época convulsa representó como nadie el Conan de Robert Howard (de salvaje a Rey) y que hasta no hace mucho ejemplificaba Milius con maestría en muchas de sus obras (El viento y el león). La alargada sombra de Nietzsche esta ahí: en la moral del fuerte, del elevado, que arrastra a los demás... pero también en la ausencia absoluta de referentes religiosos. Ni Custer ni Crazy Horse hacen mención alguna a (su) Dios. Custer sólo habla (en una única ocasión) del infierno... pero para definirlo como la ausencia de gloria tras la muerte; y el indio mira hacia los cielos mientras galopa extasiado después de la victoria, pero más como si sintiera que él mismo se eleva hacia ellos que como invocación a la trascendencia o a la divinidad.

Mención aparte merece la visión idealizada del matrimonio con Olivia de Havilland (más hermosa y adorable que nunca) o el componente premonitorio que se atribuye a la femineidad, tanto para lo bueno ("es mi futuro marido"; la sirvienta leyendo los posos del té) como para lo malo (la cámara alejándose mientras ella cae abatida, expresando la certeza de la muerte en el infausto final). Custer se despide con una frase casi idéntica a la que pronunció cuando se conocieron y que la enamoró ("Walking through life with you..."); una de las más emocionantes de toda la etapa dorada de Hollywood.

En resumen, no estoy de acuerdo con aquellos que defienden que Walsh, en cierta medida, trate de destruír el mito (más bien todo lo contrario: darle forma a partir de una persona y una realidad mucho más complejas). Por ejemplo, eso de que gana batallas pero no guerras yo no lo veo así. Hay gloria en la derrota... tanto o más que en la victoria. Al final todos perdemos (morimos) pero es la forma de perder (o de vencer) lo que marca la diferencia (y de eso sabemos los españoles mucho). Con su sacrificio (al igual que Leónidas) ganó tiempo y debilitó al enemigo para que otros pudieran ganar la guerra; su gesta es parte indispensable de la victoria final (ojo, hablamos del mito... no de la realidad, claro).

Por otra parte, es una pena que, en general, el cine español no le haya sabido sacar nunca verdadero partido a una historia tan rica en resistencias y sacrificios heroicos como la nuestra. Con la nueva versión de Los últimos de Filipinas me temo lo peor; preveo (y espero equivocarme) esa visión airada de pretendida superioridad moral que juzga las actitudes del pasado con la más que cuestionable mentalidad políticamente correcta de la actualidad, ensuciando la memoria de unos actos lejanos en el tiempo pero admirables desde el presente como luz y guía para recuperar (actualizados, eso sí) aquellos valores que nos ayuden a encontrar una salida satisfactoria al embrollo social, económico y político en el que nos encontramos.

En definitiva, gloriosa tarde de cine la de ayer... Llevo toda el santo día silbando inconscientemente "Garry Owen" a la menor oportunidad y despertando por ello miradas recelosas allá donde voy...

Hoy domingo, Dios mediante, le tocará el turno a Objetivo Birmania (si tengo un ratillo escribiré algo sobre ella).

"¿El puesto de mando del General? - Al frente del ataque."
 
Cualquier día me revientan las pelotas como al mayor Warren en The Hateful Eight.... pero lo prometido es deuda.

El pasado domingo pasé revista a Objetivo: Birmania (otras dos horas largas que se esfuman casi en un suspiro por obra y gracia de Walsh y del montador George Amy), cima absoluta del género bélico que deja en ridículo a la mayor parte de las cintas de guerra americanas que se estrenaron por entonces (aunque ese mismo año tenemos la excepción que confirma la regla: la extraordinaria No eran imprescindibles del maestro Ford).

Lo habitual al hablar de ella es recordar su condición de película propagandística. Es algo evidente; no podía ser de otra manera en esa época. Sin embargo, no creo que su objetivo fuera precisamente reclutar más voluntarios para la contienda (hablamos ya de 1945) sino más bien preparar a la opinión pública americana ante la posible utilización de armas atómicas contra el imperio nipón (algo que finalmente se materializó) mientras seguían vendiendo bonos, claro. Ya el año anterior se habían hecho estimaciones de los costes humanos y materiales que supondría una invasión militar de las islas principales de Japón... y no resultaban ser demasiado halagüeñas (en este punto conviene recordar el acojonante instante del final en el que Errol Flynn se saca de la pechera la ristra de placas de identificación y suelta eso de "Esto es lo que ha costado").

Hay detalles muy significativos en la película que nos orientan en dicha dirección, siendo el más obvio el discurso apocalíptico que suelta el periodista (creador de opinión) cuando asiste horrorizado al espectáculo dantesco que ofrece el teniente Jacobs después de haber sido torturado salvajemente por los japoneses. Tras dedicarles toda suerte de improperios remata su encendida catilinaria con un exaltado "WIPE' EM OFF THE FACE OF THE EARTH!!!!!". Lo curioso del caso es que, por lo que tengo entendido (aunque no me acuerdo dónde lo leí), Alvah Bessie (el autor de la historia original) intentó por todos los medios que se incluyera una réplica por parte del capitán Nelson (Flynn) en la que vendría a decir que esas atrocidades no eran exclusivas de los japoneses, sino de todos los "fascistas" e incluso de algunos americanos. Por supuesto, ni Jerry Wald ni nadie desde la Warner le hizo ni puñetero caso. Lo cierto es que Bessie era un obediente miembro del partido comunista, que no dudó en abjurar de la posible entrada de los USA en la guerra cuando a Stalin le convenía (el famoso pacto Molotov/Ribbentrop) pero que se convirtió en un ferviente patriota prointervencionista cuando los alemanes invadieron la URRS. Que al final trataran de emplumarlo durante la caza de brujas no debería sorprender a nadie.

Por otra parte, a la hora de hablar del retrato sucio y realista de las penurias que experimentan los soldados en combate hay que tener en cuenta (más allá de supuestas pretensiones autorales, psicológicas o sociológicas) la posibilidad de que todo estuviera simplemente enfocado (como un elemento tendencioso y propagandístico más) al servicio de crear un cierto clima de opinión favorable a acabar la guerra cuando antes por todos los medios necesarios (ese mismo verano Little Boy hizo de las suyas causando un estropicio histórico y sentando un peligroso precedente).

Sea como fuere, lo cierto es que el valor cinematográfico de la obra es indiscutible y su influencia, directa o indirecta, sigue plenamente activa en el cine actual. Walsh despliega toda su artillería (y la dosifica con sabiduría) para trasladarnos de manera absolutamente convincente al escenario que retrata y meternos en la piel del paisaje humano que lo habita: travellings, panorámicas, violentos contrapicados, planos estáticos que trabajan a fondo la profundidad de campo (cuando el momento lo requiere), picados casi aéreos donde la floresta parece que va a engullir a los protagonistas... mezclados con profusión de primeros planos de rostros crispados y sudorosos, ocasionales y tensos planos subjetivos de tipos acechando entre el follaje... Todo con un realismo y una atención por el detalle casi documental.

La mirada del director se recrea en las relaciones personales; en la camaradería, la zozobra y el sufrimiento de la tropa... pero también en la descripción obsesiva de la preparación y ejecución de la misión. Su habilidad para la puesta en escena pone al espectador rápidamente en situación, en lo opresivo del entorno (ese inacabable océano de hierbajos, árboles y riachuelos ponzoñosos donde la amenaza se puede ocultar en cualquier sitio). Atención, por ejemplo, a cómo utiliza el tipo y la angulación de plano para que intuyamos la emboscada que van a sufrir los protagonistas en la segunda recogida de suministros (mucho antes de que la dilatación y el suspense previo ya casi nos lo confirmen); a la iluminación expresiva de la escena donde Jacobs suelta lo de "Kill me"... el tipo escabechado pero no vemos nada... simplemente observamos el horror reflejado en el rostro ensombrecido de Nelson (grande Flynn ahí, aguantando gran parte del peso de la escena); cómo nos hace copartícipes de la alegría de recibir finalmente la ayuda en lo alto de la colina antes de la batalla final; cómo controla los tiempos, sacándole todo el partido a la duración de una escena, concentrando nuestra atención en cosas que para otros resultarían superfluas... Walsh conoce la importancia de los detalles: comprobar los paracaídas, enterrar una caja de suministros, construír una camilla improvisada... Los asesores militares, por su parte, hacen un gran trabajo en todo lo que se refiere a las tácticas utilizadas, la forma de moverse, de cubrirse, de retirarse, de darse cobertura, de minar una posición defensiva... Y la inclusión de imágenes de archivo se dosifica con sabiduría para que el truco funcione (los tipos dentro del C-47 interactuando con los pilotos; el salto en paracaídas, sencillamente espectacular...).

Definitivamente el cine bélico ya no sería el mismo; tampoco el de acción: sin Objetivo: Birmania no se pueden concebir cosas como Rambo o Depredador. Hay planos calcados... hasta en el uso de la música es influencia directa (el comentario musical de Franz Waxman es sencillamente ACOJONANTE). De nuevo una misión aparentemente rutinaria e intrascendente que resulta ser todo lo contrario (decisiva). De nuevo una película que parece ser otra de muchas pero que acaba marcando la diferencia.

Dejo para el final el retrato del capitán Nelson... otro paradigma de oficial, de líder natural que no necesita alzar la voz ni repetir una orden dos veces, que siempre tiene la frase justa o el chiste adecuado para levantar la moral de los suyos en los momentos de dificultad, que está siempre ahí para ellos, que sufre junto a ellos... Una muestra de disciplina mucho más laxa y familiar que la de sus enemigos... pero que los hace más fuertes. Suyo es mi momento preferido del film: mientras pasa revista a sus hombres y comprueba (algo más que) sus correajes antes de embarcar... como un padre antes de llevar a sus hijos al colegio... y todo bajo la sobrenatural fanfarria de Waxman...

"I'll follow him down the barrel of a cannon!" Yo también...

Como escarpias, señores.
 
das ganas de revisar TODO.

yo he vuelto a Colorado Territory / Juntos hasta la muerte (1949) y vaya barbaridad, es fabulosa, visceral, compleja, rica... qué paisajes, vaya tratamiento del espacio, relaciones, sentimientos, desconfianzas, todo extrañamente muy primario y a la vez enrevesado, vamos, como la condición humana.
y luego todo ese trasfondo misterioso de civilización desaparecida, de los indígenas desculturizados, incluso de las misiones españolas, en esos paisajes tan muertos como grandiosos, entre soles abrasadores y cánticos indios que nunca hacen presagiar nada bueno, menuda tragedia se marca Walsh.

y claro, McCrea, eterno... :palmas y uno de los abundantes grandes personajes femeninos del género, la mestiza Virginia Mayo.

 
La Rebeldia de la Sra. Stover. Casi siempre se habla de Walsh como un director violento, rudo o serio. Bueno... probablemente es cierto. Pero habria que decir mas que es uno de los autores mas romanticos de la historia del cine, casi siempre fatalista. Esta pelicula es la mejor prueba de ello y una de sus mejores, con una espectacular Jane Russell. Sus peliculas mas famosas son en blanco y negro, una pena porque es uno de las clasicos que mejor exploraron las posibiladades del color, en esta consigue una mirada tremendamente emotiva sobre el paisaje. Raoul es el puto amo.
 
Aparte “El mundo en sus manos”, se habla poco de las otras aventuras “marineras” de Walsh.

“EL HIDALGO DE LOS MARES. CAPITAN HORACIO HORNBLOWER (1951)” es una cinta correcta, de tono adusto (al menos por comparación con EMESM), con señales de trazo grueso - el dictadorzuelo “hispánico” caribeño (ese grito final…)- muy irregular y que no acaba de funcionar del todo tanto como pura aventura y acción, como en el lado romántico (aunque lo de Gregory Peck y Virginia Mayo me funciona mínimamente, quizá porque me gustan ambos actores … o porque son fotogénicos :juas).Pero tiene sus cosas: composiciones fotográficas con barcos o puertos y mar de fondo, realmente hermosas; la escena destacada como highlight (merecidamente) de Peck leyendo la carta de su esposa; u otra pretendidamente emotiva con el joven moribundo confundiendo a Mayo con su madre, interesante, aunque sea como contrapunto al típico enaltecimiento de los vencedores de la batalla de turno.

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“LOS GAVILANES DEL ESTRECHO (1953)” presenta un tono más brioso y loco, de aventura por aventura. Aunque parece tener mala prensa (el inefable José María Latorre la ponía verde), la encuentro más que agradable y divertida, con Rock Hudson haciendo de Rock Hudson (parece el mismo personaje y ademanes –pendenciero pero honesto- de la notable “Orgullo de raza (1955)” de Douglas Sirk), luchas e intrigas Inglaterra vs Francia (… estos últimos Los Malos, claro), palomas mensajeras cruzando el estrecho y, una vez más, delicioso colorido animando la acción.
 
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LA ESCLAVA LIBRE (Band of Angeles, 1957)


Definida como un "Lo que el viento se llevó de los pobres", ambos films tienen muchas similitudes: Clark Gable, amor, grandes plantaciones, esclavitud y Guerra Civil. Y un visión tal que "yanquis perversos, sudistas buenazos". Si bien en la de Walsh esto último está algo más matizado y menos ofensivo, si el delirio desvergüenza de la otra. Aparte que la historia de LEL me parece, con todo, más interesante que la de la pelma de la Scarlett O'Hara, y con menos espíritu y tono relamido (está claro lo que me parece LQEVSL, perdón para todos los posibles entusiastas de esa peli que haya en el foro
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). La historia de una mujer aparentemente blanca (estupenda Yvonne De Carlo) que descubre que es hija de una esclava negra que tenía su padre, de rica a pobre en un momento, su relación con Gable (amo y protector) y aparece también Sidney Poitier, y su ambivalente relación con Gable. Sin duda, no es de las mejores de Walsh, pero es él, el que la eleva sobre su casi predispuesta mediocridad, con su habitual puesta en escena y narración, con estilo, sentido del ritmo, equilibrio intimismo / espectacularidad, y una fotografía que saca gran partido de la belleza de los escenarios (pantanos incluidos). Todo ello obviando sus problemas, apuntados en las tres primeras líneas.
 
Copio un comentario de Miguel Marías del magnífico blog de Jesús Cortés, en el que da sus 33 obras favoritas de maestro Walsh. Junto a este magnífico hilo de @geminis, puede servir de guía en su vasta filmografía en la que me voy a sumergir más pronto que tarde. Considera que no está suficientemente reivindicado en el apartado del western.

Puestos a precisar órdenes, y encontrando que, desde mi punto de vista, Walsh tiene más de 30 obras maestras en su haber, las que yo prefiero serían, por supuesto en este momento (puede cambiar con que vuelva a ver alguna):
1.Pursued(47), "They died with their boots on"(41), Along the Great Divide(51), Colorado Territory(49);5.A Distant Trumpet (64), Battle Cry(55), Gentleman Jim(42), The King and Four Queens (56), Captain Horatio Hornblower, R.N.(50), The World in His Arms (52), The Tall Men(55), Distant Drums(51);13.The Naked and the Dead(58), Band of Angels(57), Silver River(48), Uncertain Glory (44), The Man I Love(46), The Horn Blows at Midnight(45),*The Red Dance(28);20.Artists and Models(37), The Enforcer(50), Sea Devils(52), Esther and The King/Ester e il Re (60), Northern Pursuit(43), They Drive by Night(40), Manpower(41), Glory Alley(52), The Big Trail(30);29.Going Hollywood(33), White Heat(49), Objective, Burma!(45), Salty O'Rourke(45), The Thief of Bagdad (24). En cualquier caso, una imponente montaña de buen cine, muy variado y divertido, nada pretencioso, nunca pesado, a lo largo de por lo menos cuarenta años. Es de lo que me temo no vuelva a ser posible.

un blog comme les autres: HERMANOS
 
Última edición:
Don Raoul Walsh... ¡Qué recuerdos cinéfilos!

Creo que de los grandes maestros sigue siendo uno de los más desconocidos.
 
De los universalmente más reconocidos en la industria americana (Ford, Lang, Lubitsch, Hitchcock, Hawks, ...) sí es el más desconocido, pero hay otros con 50 años de cine clásico que todavía son mucho más desconocidos, como Henry King y Allan Dwan.
 
Ya había leído el texto y es maravilloso tanto en su descripción como en su entusiasmo, se centra más en el Walsh de los 50 y dan ganas de ponerse seguidas obras "no tan famosas" como Mamie Stover, Battle Cry, Band of Angels y, sobre todo, Distant Trumpet.
 
De los universalmente más reconocidos en la industria americana (Ford, Lang, Lubitsch, Hitchcock, Hawks, ...) sí es el más desconocido, pero hay otros con 50 años de cine clásico que todavía son mucho más desconocidos, como Henry King y Allan Dwan.

La revista Lumière tiene un dossier sobre Allan Dwan que recopila textos fantásticos de diferentes personas sobre el cineasta. Se puede descargar gratuitamente.

ESPECIAL Allan Dwan

Otro de los grandes infravalorados es Edgar G. Ulmer, que tiene en su filmografía algunas de las mejores películas de la historia del cine.
 
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Buah! Entro ebrio de cine de la borrachera que me he dado con Murieron con las botas puestas (1941), Gentleman Jim (1942) y Sin conciencia (1951).

La de Custer es impresionante a todos los niveles, cómo construir cine épico y romántico (dudo que lo pueda ser más) sin dejar el humor en ningún momento (en la guerra civil es constante), el biopic imposible sin un bache de ritmo y, a la vez, tiene escenas de lágrimas en los ojos por su vitalidad y romanticismo, atención a cuando los cadetes se separan antes de la guerra civil, al nacimiento del himno Garry Owen o a la despedida con la mujer antes de la batalla, sobre todo al plano de alejamiento y posterior desmayo, hay tal intensidad que ese desmayo es lógico.

Y para humor la del boxeador, otro biopic y qué comedia tan feliz, con gags físicos maravillosos, toda la pelea en el puerto es para enmarcar, gente al agua, hasta el protagonista! Cada vez que sale la policía es un despiporre (ese arranque), el resacón en Salt Lake City con Flynn bebiendo agua del florero! Tiene una vis cómica toda la película que es de ver para creer. Y además una subtrama elegantísima de comedia sofisticada, un profundo retrato social de clases como quién no quiere la cosa ... Pura delicia.

Y el noir es potentísimo, tiene un prólogo en modo paranoia del testigo principal que llega a unas cotas de tensión sostenida inusitadas. Después me parece un milagro la sencillez y la claridad con que resuelve una estructura de flashbacks para enterarnos del caso. Fantástico también cómo da la vuelta a las expectativas del prólogo entorno a 2 personajes, el testigo gallina lo vemos en el pasado como un tipo aterrador y durísimo, y el capo con presentación a lo Keyser Soze sin verlo, el demonio encarnado, se nos revela en su inicio como débil físicamente y contra las cuerdas, eso sí, muy manipulador y haciendo honor al título en castellano.

Que siga la fiesta!
 
He visto otras dos coloridas maravillas bien diferentes.

Los Implacables (The Tall Men, 1955). Un western a lo grande, con tormentazas y gran acumulación de nieve, travesías de miles de kilómetros con miles de vacas, paisajes desérticos, bandas de forajidos, ataques de indios en un cañón montañoso, la post-guerra civil, la fiebre del oro ... En cuanto a temática y aprovechamiento del paisaje para la puesta en escena no difiere mucho de las obras maestras de Anthony Mann, sí lo hace, en cambio, en lo que se refiere al tono, hay un triángulo amoroso tratado con mucha influencia de la screwball comedy, con guerra de sexos, guerra de clases sociales, mucha ironía, borracheras, incluso un tema recurrente cantado por ella. Es impresionante la sencillez con la que Walsh hace avanzar los temas de la película, balanceando entre lo trágico (el hermano) y lo cómico, a la vez que la travesía física que recorren, y cómo entendemos las dudas y las decisiones de los personajes, por muy espectacular que sea la película en su cinemascope la intimidad es la protagosnista. Gran punto ese ejército de mexicanos fieles al personaje de Clark Gable, una fidelidad que deriva de la guerra civil. Memorable western.

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The Revolt of Mamie Stover (1956). Esta me ha maravillado, es ese tipo de película que solo puede hacer un cineasta maduro, que se recrea en los personajes, que hace una película reposada pero sin impostura, y, como siempre en Walsh, no para de narrar, continuamente pasan cosas. El arranque ya es algo serio, una prostituta a la que destierran de San Francisco hacia Hawaii en 1941, Mamie (una extraordinaria Jane Russell), mira directamente a cámara justo antes de embarcar y mientras salen los créditos, es una mirada desafiante, en teoría hacia la ciudad y los policías que la destierran, pero el desafío es hacia el espectador en plan "atrévete a juzgarme" y es un desafío muy pertinente porque Walsh no lo hace en ningún momento, tome Mamie decisiones acertadas o equivocadas serán sus decisiones, la película es de una modernidad asombrosa, incluso diría que profundamente feminista y estamos hablando de un director abiertamente republicano. Y en el apartado del diseño de producción es que no puede tener más encanto el exotismo de Hawaii con esos colores de los melodramas (tampoco creo que llegue a melodrama) de los 50, con Pearl Harbour entrando en escena y teniendo influencia en la trama pero de una manera lateral y elegantísima. Es increíble que esta película no tenga más fama.

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Hay pocos autores, y mucho menos entre los tan prolíficos, de los que me apetezca ver TODO, pero es que Walsh lo hace tan fácil y se disfruta tanto viendo lo que narra ... es que diría que en sus películas no hay grasa, no hay casi tics de época, todo es acción, aventura, humor, pasión, suspense ... sin "bullshit" ni juicios a sus personajes, por eso, probablemente, sus películas son tan universales. Y lo mejor es que hay entre 50 y 60 películas (no exagero) bastante fáciles de conseguir, incluso con subtítulos.
 
Sigo con Walsh, y sigo viendo una maravilla detrás de otra, alguna realmente inesperada ...

Objetivo: Birmania (1945). Esta, desde luego, no era inesperada, poco que añadir a los magníficos comentarios de este hilo, los últimos de Max Renn y carrion, coincido mucho en la apreciación de Max de que ya se notan las intenciones de Walsh con esta película al culminar la misión en el primer tercio de metraje, el sufrimiento y la supervivencia que vemos a partir de ahí es el gran objetivo del director en un bélico eterno, concebido, como no podía ser de otra manera con Walsh, como una de aventuras. Errol Flynn vuelve a estar sensacional, modélico como líder no autoritario. Si acaso se puede comparar con los extraordinarios y posteriores bélicos de Fuller, es evidente que el año no es el mismo ni los requerimientos de la producción, pero los de Fuller son más explícitos con la violencia, más cínicos en la personalidad de los mandos y, en general, más sucios. La de Walsh es fiel a su manera de entender el cine, con escenas brutales de todo tipo, el suspense que es capaz de crear con lo tirarse en paracaídas, la matanza en off que narra, la extenuación y la poesía del final del periodista, la escena nocturna con la bengala descubriendo la magnitud del ataque, además pura cima audiovisual de encuadres, travellings y montaje. Y otra característica totalmente definitoria de la película es como la fisicidad se superpone totalmente al texto, contrariamente a las de Fuller, aquí no hay historias narradas memorables ni grandes diálogos, la película es puramente física.

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El mundo en sus manos (1952). Aquí, directamente, Walsh me da una de mis películas favoritas de todos los tiempos, es la felicidad hecha película, la de aventuras que se tendría que pasar a un extraterrestre para que entendiera de qué va el género. Es irremediablemente injusto describir con palabras lo que pasa en su primer tercio con la llegada de Peck y el sainete en el hotel, con marineros bárbaros de dos bandas rivales, con el portugués y Peck, con prostitutas, con rusos, con los clasistas del hotel intentando poner orden ... todo mezclado en el mismo salón ... es como un concentrado de la mejor comedia posible, desde Renoir a Berlanga, de Lubitcsh o Hawks a los hermanos Marx, y de ahí pasamos a un tour romanticísimo y bellísimo del San Francisco cinematográfico del Technicolor. Si todo esto no ha conseguido llevarnos al Stendhal, tranquilos, que ahora tiraremos de la mejor relación de la película, la de Peck y Anthony Quinn (en el papel de su vida) a base de una inenarrable carrera de goletas!!! Y, finalmente, el ritmo no decae en su resolución en Alaska, solo de imaginar el momento en que las dos tripulaciones bárbaras se disponen a arruinar una boda imperial ya me entra la carcajada. Y ojo al final con la frase que da título a la película pronunciada por el auténtico robaescenas de John McIntire.

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Band of Angels (La esclava libre, 1957). Aquí ya empiezan las sorpresas, no tanto por el maravilloso uso del color (tengo muy recientes El mundo en sus manos, Los implacables y Mamie Stover) en esos irresistibles parajes sureños, sino por cómo Walsh hace suyo el género del melodrama, es capaz de quitarle los tics que habitualmente (no siempre, por ejemplo Sirk los potencia hábilmente) le sobran (pomposidad, grandilocuencia, manierismo, ...) y engrandecer sus virtudes (recreación visual , profundidad de los personajes, densidad literaria ...), incluso es capaz de llevárselo a su terreno habitual de aventura en pasajes como el del capitán de barco amigo de Gable o la narración del horror africano (ojo al uso del score ahí) también del personaje de Gable. Es un melodrama muy sobrio, cosa que puede parecer normal con Walsh como director pero no lo es en el género y mucho menos en esa época, que además se nutre de unos acontecimientos interesantísimos tanto del antes como del durante y, sobre todo, del final de la guerra civil americana, más desde el punto de vista de los derrotados (que siempre da mucho más juego) y con una complejidad asombrosa en cuanto a las coordenadas del bien y del mal, del norte y del sur, del racismo y la libertad, de los blancos y los negros, que no se combinan de la manera más habitual ni simple y con los que Walsh evita al máximo realizar juicios, aprovechando lo que me parece un magnífico guion. Yvonne de Carlo está maravillosa en todos los sentidos.

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The Bowery (El arrabal, 1933). Y aquí sí que me he llevado una gratísima sorpresa porque hasta hace poco ni siquiera había oído hablar de ella (repasando el hilo veo que geminis la reseñó), es una auténtica delicia en forma de comedia histórica, para contextualizarla habla de los años 90 (del XIX) en Nueva York, lo que vendría a ser la historia de "América se forjó en las calles" de Gangs of New York de Scorsese, como digo, en formato humorístico y en el arranque ya se ve de dónde venían esos tramos corales tan maravillosos de Gentleman Jim y El mundo en sus manos, aquí en forma de espectáculo de variedades (cómo se agradece que sea pre-Hays), peleas de boxeo con expectación multitudinaria, pelas de bar, peleas entre bandas de bomberos para ver quién apaga el fuego a la vez que la policía también entra en la batalla, una locura festiva casi inabarcable, como digo, esa presentación. Y después la película deriva en una confrontación de dos personajes arrolladores (extraordinarios Wallace Beery y George Raft) para discernir quién es el líder definitivo del arrabal, con mujer de por medio, incluso el cariño de un chaval de la calle, la guerra de Cuba, el patrocinio de cervezas, saltos desde el puente de Brooklyn ... En definitiva, un non-stop de ideas y de gags, contextualizado en su momento histórico de una manera increíble, que cuando no es pura fiesta tiene una ternura y una camaradería desarmantes.

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Pursued (Perseguido, 1947). Extrañísimo e imprescindible western (para Miguel Marías, la mejor película de la extensísima carrera del maestro) en el que no es ya que el western se funda con el noir es que todo es tan negro que llega a tener tintes góticos de terror, hay tramos de pura pesadilla como ese tétrico cortejo y su correspondiente boda fúnebre. Desde luego, no es nada exagerado hablar de constantes del cine de terror, el fatalismo que se cierne sobre el protagonista, un fantasmal, estoico y extraordinario Robert Mitchum, y su "familia", un destino fatal asumido que se cierne sobre ellos y lo saben aunque la matriarca haga lo imposible por impedirlo, después hay una figura mefistotélica que persigue ese destino fatal aliándose con quién sea. Además, todo está contado, de manera inteligente, ocultando información tanto al espectador como a Mitchum y a su "hermana", una soberbia Teresa Wright. El tono está fuertemente apoyado en una fotografía puramente noir de claroscuros marcados y sombras del reputado James Wong Howe, que ya había colaborado con Walsh en Objective Burma y Strawberry Blonde. Lo curioso es que, pese a toda esta negrura, Walsh sigue siendo fiel a su manera de entender el cine y el mundo y entrega una película que se pasa en un suspiro, en la que no paran de ocurrir cosas, llena de elipsis inteligentes. Memorable y relativamente poco conocida.

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Distant Drums (Tambores lejanos, 1951). Si la anterior se vestía de western para ser cine negro, aquí el juego de géneros todavía es más sofisticado, vuelve a ser un western, a la vez es un remake de un bélico (Objetivo: Birmania) pero si hay que definir el género predominante en la película es el de aventuras (que ya estaba en original). De hecho, solo los indios y la época puede justificar que se le llame western, pasa en el Este y no hay un solo cowboy. Es evidente que en Walsh esto era una constante, películas de aventuras como El mundo en sus manos o un biopic como Gentleman Jim pueden pasar, perfectamente, como deliciosas comedias. Esta es una de esas irrepetibles películas en technicolor de los 50 rodadas en entornos naturales en las que el paisaje, felizmente, se apodera de la película, algo que suena tan bien como una expedición en misión de guerra adentrada en una jungla salvaje con los indios esperándolos (con alguno camuflado en los árboles), con pantanos, caimanes y serpientes, pues es exactamente lo que nos entrega Walsh, con su habitual ritmo, con un líder protagonista, Gary Cooper, absolutamente a la altura, con un non-stop de peligros y aventuras y con el disfrute y la oda a los escenarios dónde se rodó; uno tiene la sensación, mientras ve una película de Walsh, de vivir en un estado de permanente sense of wonder con ojos como platos ante una narración tan vigorosa como la del maestro. Por supuesto, ayuda a disfrutar de la experiencia lo fantásticamente restaurada que está.

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The Strawberry Blonde (La pelirroja, 1941). Aquí retoma la comedia que cultivó durante toda la década de los 30 con un casting de lujo al que Walsh permite lucir con su habitual modestia, ambientada entre finales del XIX y principios del XX, aunque no se pueda permitir los excesos "sexuales" de The Bowery (en 1941 ya estamos en pleno código Hays), sí contiene la película escenas corales festivas, en las que destaca el irresistible Alan Hale metido en todos los fregados, para contextualizar la época. Trata temas bastante habituales en la screwball comedy como lucha de sexos y lucha de clases, atención a cómo arranca la película comparando dos jardines, uno con un juego rudimentario y el otro con uno muy high-class. Cagney encarna a un tipo primitivo (tan walshiano) que lucha por medrar y triunfar, pero lo mejor de la película es una reflexión muy madura acerca de los amores platónicos, como siempre en Walsh, sin demasiados juicios. Los actores no defraudan a las expectativas, y a los ya comentados Cagney y Hale, se sitúan incluso por encima dos caracterizaciones de mujeres muy distintas de una bellísima Rita Hayworth y Olivia de Havilland a la que jamás he visto mejor. El arrebatador tema musical de la película, que es de finales del XIX y que se interpreta y adapta para el film, resume mucho mejor que nada de lo que se pueda escribir el tono y las virtudes de la película y del propio cine de Walsh que huye de la nostalgia e irradia joie de vivre.

 
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REBELIÓN EN EL FUERTE (Shaskatchewan, 1954 -Raoul Walsh)


Excelente western del maestro Walsh, rodado al servicio del correcto -pero poco emblemático Alan Ladd- en escenarios naturales -nada menos que la frontera Americano/Canadiense y que narra los intentos de un militar criado entre los Indios por evitar un enfrentamiento entre las tribus y ejercito (y a su vez un trato mejor y menos humillante hacia los primeros) Film pues que se suma en la visión crítica y sobre el trato hacia los indios Americanos, rodado con elgancia y buen ritmo, estamos ante el típico film aparentemente menor de su creador, pero que a poco que lo analizamos vuelve a demostrar todas sus virtudes en primer término

CAMINO DE LA HORCA (Along the Great Divide, 1951 -Raoul Walsh)
Magistral western que narra el recorrido de un torturado Marshall (excelente Kirk Douglas en uno de esos papeles con toque masoquista que siempre bordaba) obstinado en llevar a la justicia a un hombre acusado de un delito de sangre (el gran Walter Brennan) y perseguídos siempre por los hombres que pretenden tomarse la justicia por su mano…Una historia sobre el papel muy manida, pero que está rodada con un ritmo, pericia técnica y sabiduría tan colosales que se convierte en un magnífico ejemplar de retrato de personajes y para mi gusto uno de los westerns esenciales de su autor

OBJETIVO BIRMANIA (Objective Burma!, 1945 -Raoul Walsh)


Clásico total del cine bélico dirigido por un inspirado Raoul Walsh que en esta película se toma muy en serio su famosa frase "el cine es acción, acción y acción siempre en la misma dirección", aquí planteando la historia de una misión de un grupo de soldados que encabeza un acertado Errol Flynn que tienen que destruir un radar en tierras Birmanas y luego verse rodeados de tropas japonesas que les ponen en serias dificultades. El film, una clara obra maestra del cine de entretenimiento, es un dechado de virtudes: Empezando por un ritmo impecable y una enorme dirección de fotografía de James Wong Howe que deja para la posteridad secuencias y planos que ya forman parte de la iconografía del género, la sensacional y poderosa banda sonora de Franz Waxman y lo mejor de todo, maravillarse ante un film de metraje bastante considerable para la época (dura 135 minutos) que no pesan para nada en el espectador


LOS IMPLACABLES (The Tall Men, 1955 -Raoul Walsh)


Maravilloso y vigoroso Western que empieza de modo muy claustrofóbico(exteriores nevados y estudio) para luego convertirse en un espectacular retrato aventurero, rodado con la limpieza narrativa digna de su director.El relato sabe combinar dramatismo, espectacularidad (una estampida "contra los indios", muy bien resuelta) con toques de "lucha de sexos" entre un Clark Gable (por el que nunca sentí especial simpatía) con la recientemente fallecida Jane Russell, acompañados por estupendos Cameron Mitchell, Robert Ryan. Un clásico
 
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CAMINO DE LA HORCA (Along the Great Divide, 1951 -Raoul Walsh)
Magistral western que narra el recorrido de un torturado Marshall (excelente Kirk Douglas en uno de esos papeles con toque masoquista que siempre bordaba) obstinado en llevar a la justicia a un hombre acusado de un delito de sangre (el gran Walter Brennan) y perseguídos siempre por los hombres que pretenden tomarse la justicia por su mano…Una historia sobre el papel muy manida, pero que está rodada con un ritmo, pericia técnica y sabiduría tan colosales que se convierte en un magnífico ejemplar de retrato de personajes y para mi gusto uno de los westerns esenciales de su autor

Vista hoy, es un western maravilloso, conciso, sobrio, casi diría que es el libro de cómo hacer un western, he leído a Miguel Marías decir que este western anticipa todo el western de Boetticher, la verdad es que es puro Walsh, quizás sin todo su humor habitual aunque sí es un rasgo que asoma varias veces en una película que, a priori, no se presta a ello por su concepción dramática, pero sí lo observamos tanto en la relación Douglas/Brennan como en la love story, y es que es muy difícil que Walsh no acuda al humor en uno de sus proyectos, pero sí es típico de Walsh su ritmo y su concisión narrativa, a los 5 minutos ya estamos en plena faena. Es una de esas gratificantes películas itinerantes en las que la clave está en las relaciones entre los diferentes componentes del grupo que viaja, aquí un marshall con sus 2 ayudantes (uno fiel y honesto, otro más interesado), el acusado al que hay que llevar a juicio, su hermosa hija y el hijo del ganadero que quiere linchar al acusado antes de llegar a juicio, todo un thriller psicológico en una "horse movie" apasionante y rodada como los ángeles, impresionante la fuerza que desprenden sus protagonistas Kirk Douglas, Walter Brennan y Virginia Mayo con unas caracterizaciones que hacen imposible abandonar el visionado. La premisa es una sencilla e inteligente reflexión sobre la ley y la justicia. Impresionante la capacidad de Walsh para realizar todo tipo de westerns diferentes, del biopic de Murieron con las botas puestas al western/noir de Perseguido, o de este thriller psicológico/road movie de Along the Great Divide a las entregas aventureras de Tambores lejanos o Los implacables.

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The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos, 1958). Otro Walsh de su última época en color (y cinemascope) y otro regalo para la vista (hay que destacar también la extraordinaria restauración para el bluray), otro bélico exótico, esta vez figurando una isla del pacífico en plena confrontación con los japos en la WW2 (en realidad, está rodada en Panamá). Si en Objetivo:Birmania la supervivencia era la protagonista y casi no había conflicto entre personajes, todo era la misión y sus circunstancias, y en Tambores lejanos la mirada se centraba en un mesiánico Gary Cooper y el clímax era su enfrentamiento con su equivalente indio, aquí tenemos una trama más literaria, con más historias personales, con confrontación de personajes y de visiones sobre la guerra y el mando, no solo hay conflicto contra los japoneses sino que la película reflexiona sobre actitudes y aptitudes que llevan a la victoria en la guerra, como no podía ser de otra manera en Walsh ni adoctrina ni llega a ninguna conclusión, el teniente (que sí acaba sacando sus conclusiones), más humano, es inexperto y mimado y difícilmente se conseguiría éxito con su mando, el sargento, cruel y sanguinario, se funde más con lo que es la guerra, pero el general que tiene una visión más en la línea del sargento, deshumanizada, calculando posibilidades con los fríos números, no calcula bien el momento de llevarse la gloria y sí un coronel que está a su mando, etc. Lo curioso es que todo este entramado teórico solo es una pequeña parte de la película, las 2 fases principales son una primera parte de camaradería y gloriosos tiempos muertos (atención al arranque en Hawaii!!!) de los soldados e incluso 2 flashbacks/ensoñaciones muy divertidos del sargento y el teniente, y una segunda parte, espectacular en exteriores, de hombres en una misión en la naturaleza más exótica. Otra vez más, memorable.

 
Te leo con atención, @Ropit. Cuando tenga tiempo, espero comentar algo porque me apetece rellenar los huecos en la filmografía de este maestro.

Estoy deseando leer tu comentario sobre A Distant Trumpet.
 
Es de las que espero con más ganas (aunque, la verdad, todo es pura delicia), pero quiero ver algunos más de sus westerns antes de darme el homenaje.

Me parece increíble y tremendamente injusto que a este hombre solo se le destaquen las 4 ó 5 películas de siempre (sobre todo, las de gángsters, que son buenísimas) cuando tiene una filmografía que es para quitar el hipo y, además, con un sello narrativo y lúdico inconfundible, quizás su falta de ínfulas (que, para mí, va a su favor), quizás prejuicios hacia un cine festivo, pero es que ni sus comedias tienen nada que envidiar a las de Hawks, ni sus melodramas de los 50 a los de Sirk, ni sus westerns a los de Ford y es auténtico amo y señor del cine de aventuras y del bélico ...
 
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