Respuesta: Sueños
Os voy a contar uno de los sueños más surrealistas y terroríficos (y realistas) que jamás he tenido. Esto fue antes de descubrir los Sueños lucidos, a los catorce años e incluso puede que aún tuviera trece largos. Uno a esas edades era virgen, puro e inmaculado, y más salido que el pico de una mesa, lo que supongo, influyó en el sueño.
Yo era parte de la tripualación de un barco de pesca en alta mar. Allí conocía a una chica INCREÍBLE: no era ninguna actriz, ni nadie a quien conociera en mi vida real, ni nada de eso. Aún hoy la recuerdo, transpirando feminidad y sensualidad por todos los poros de tal manera que no parecía pertenecer a nuestro mundo, sino al Olimpo, pues era una auténtica diosa. Me encoñaba con ella, y durante el viaje, ella me hacía también no pocas insinuaciones. Al final del viaje poníamos las cartas sobre la mesa: ella me decía que en cuanto llegáramos a tierra, me invitaba a su casa, y que ibamos a echar unos p
salvajes. Yo todo ilusionado, recuerdo estar pensando "Increíble, todas esas cosas que solo pasan en las películas... ¡me están pasando a mi!". Ah, pobre incauto, no sabes lo que te espera...
Total, que llegamos a tierra, y tras un lapso de un par de días que mi cerebro da por supuesto, la chica cumple su palabra y me invita a su casa. Una casa acogedora, agradable, vacía, con velitas, íntima... con una serie de sonrisas súper dulces e increíbles, me lleva al dormitorio, donde empezamos a despelotarnos y nos metemos en la cama. Antes de que me tiempo a levantar el puente levadizo, llaman a la puerta. Ella se levanta, preocupada, diciendo que serían sus padres, que me quedara allí, que no pasaba nada, y que ho hiciera ruido. Me quedo allí, un poco cortado según recuerdo, pensando qué pasaría si los padres entraban en la habitación y me veían despelotado allí en medio... pero a los pocos segundos entra ella, y me sonríe, diciendo que era solo un amigo de su hermano, que venía a esperarle para jugar a la consola. Se vuelve a meter en la cama, me mete dos morreos de antología que aún hoy siento en la campanilla del paladar, y vuelve a sonar la puerta. Se vuelve a levantar, aún más preocupada, y pensando que esta vez sí son sus padres. Sale de la habitación... pasa un buen rato, y no vuelve.
Como chico serio y respetable que soy, con los huevos por corbata, me vuelvo a vestir y salgo a ver que coño pasa. La chica está fuera hablando con su hermano y el amigo de este en el salón. Yo pensaba que eran críos, pero son tíos mayores que yo. primer momento de acojone, no supe muy bien porqué.
Me saludan los chavales, muy amablemente, y nos ponemos a hablar de videojuegos, con ella allí delante. Poco a poco, la conversación se torna rara... amenazadora. Muy sutil, pero me empiezo a acojonar. No recuerdo exactamente como era, solo recuerdo alusiones, amenazas veladas... total, que al final resulta que los dos tíos me quieren matar, y que su hermana, que es la peor de los tres, me ha llevado allí expresamente para eso. Lo último que recuerdo es correr en pelotas por una calle industrial vacía con los tres persiguiéndome. Creo que jamás he soltado un suspiro de alivio mayor que cuando me desperté de aquel sueño erótico transformado en pesadilla
El mal rollo fue intensísimo, aunque realmente no hubo nada directamente desagradable, ni llegó a haber violencia...
Ufff, solo de recordar aquella conversación en el salón, que tomaba un rumbo muy raro para mi, me viene todo a la cabeza como si no hubiera pasado el tiempo. Cosas de la adolescencia, supongo.